Esta vez la metáfora se quedó dormida, y aunque ronca, sólo parece oírse el arrullo de la realidad. Algunas fantasías te hacen rememorar la realidad con más nitidez que las propias fotografías. Y esa realidad en la que me encuentro es la que me urge retratar hoy, sin adornos ni espejismos. Sin ese humo blanco de escenarios que buscan la impresión del público.
Esta semana, me he dado cuenta de que me siento orgullosa de algunas de las personas de mi vida. No quiere decir que antes fueran infravaloradas, simplemente no pensé en ello o no lo hice de la misma forma. Pero creo que hemos hecho una gran labor conjunta, que hay acertijos que de tan obvios se tornan casi imposibles. Y aún así, estoy rodeada de gente capaz de trazar salidas en laberintos camuflados. Me tornaré prepotente, sólo por no hacer gala de una "falsa modestia" de esas que tanto se estila y después se tornan en envidias y celos. La proeza que me adjudico puede ser incluso falsa, pero aun así me hace sentir el calor del sano orgullo. Y es que, en el fondo, me siento gran colaboradora de la resolución de esos pasatiempos tan aparentemente sin sentido. Apenas hice nada, pero a veces, resaltar lo obvio supone un gran paso.
Nunca había pensado en ello, y ni siquiera le había dado importancia, pero a veces, las pequeñas gotas calamos hondo. En ocasiones, nos chocamos con un poste que tenemos delante por ir mirando a lo lejos. ¡Que bien viene que alguien te advierta a tiempo! En todo caso, hoy quería dar una palmadita al "descubrimiento de lo obvio" y premio para mi misma algunas de mis impertinencias.
No es el único pensamiento que ocupó mi mente esta semana, mas que pensamientos, casi diría descubrimientos. Se diría que por fin hice la parada que tanto me pedía el cuerpo y además lo hice en el mirador del puerto. Y es que, un poco sin querer, y otro poco sin querer evitarlo, he ido cambiando. No es que haya sufrido una metamorfosis Kafkiana, pero ya no pido los mismos juguetes a los reyes. Los autores y cantantes que antes me impresionaban ahora tornan de un color distinto, y descubro nuevos notos haya donde mire. No es que me sienta más especial que el resto de la humanidad, pero sí creo que constituye una parte importante de mi vida. LLevo un tiempo arrastrando la pesada carga de la incompresión. No me estoy declarando "mártir" de la sociedad, no, soy yo la que hago "mártir" a los hechos. La duda de si suponen un antes y un después, la duda de si me beneficia o me perjudica, incluso juicios sobre historias anteriores. Ganas de recuperar y ganas de huir. Voces que arrullan el fin de una etapa. Espejismos en los rincones cotidianos que truncan mi olvido. Quizá lo más cuerdo es pensar que simplemente adelanté el fin de una etapa, mi naturaleza impaciente me traicionó. Quizá simplemente el cambio tenía que llegar y llegó. Si ya no soy la misma, quizá, sólo quizá, es lógico que mi entorno no reaccione como hasta entonces si ellos no cambian conmigo. Yo evoluciono y el resto busca su propia evolución. Y las evoluciones se pierden como las ramas de un árbol frondoso que las hojas impiden el conocimiento de las ramas lejanas. Quizá hasta ahora no me haya dado cuenta que tarde o temprano los caminos se bifurcarían. Quizá, no abandono el quizá, porque todavía queda el rescollo que imagina que no tuvo por qué ser así. Esa lógica melancólica que se aferra al pasado, a lo conocido, temerosa del porvenir. La que revisa lo invertido y rememora los daños. La que mira historias ajenas con nostalgia. Es esa lógica, la que sostiene en firme que no tiene porqué ser así, que no tendría por qué haber sido así, que el problema no es el cambio sino quienes lo realizan.
Y yo, si ignoro al reino de lo posible y lo imposible, me quedo con que al final se reduce a un trámite, adelantado y abrupto, pero irremediable. No sé si dentro de unos años me alegraré de no arrastrar lastres del pasado o si por el contrario, lloraré la pérdida, eso sí, sin arrepentimiento como si de un accidente corriente se tratase. En realidad escribo porque la niebla es demasiado espesa, y aunque se insinúa el salto, no estoy segura o precisamente es una ilusión que repito con la esperanza de que se convierta en realidad. Es mi clavo ardiendo...
miércoles, 16 de enero de 2013
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