Anoche me acosté princesa, princesa guerrera, pero princesa. De esas que se describen como si desprendiesen luz por sí mismas. Una luz que me alumbraba suficiente para luchar sobre cualquier escenario.
Anoche me acosté siendo una preciosa princesa y hoy me levantado siendo una abrumada reina. Dejé de ser princesa porque ya no ilumino, ya no soy la misma chica irresistible. Sin embargo, ahora me encuentro en un reino más grande, más rico y menos peligroso. Y soy reina porque me han alzado a hombros. He llegado la última a una ciudad construida y organizada y me han colocado en el trono vacío. Como si llevasen tiempo guardándome el sitio. Consciente del trabajo que conlleva reinar sobre un pueblo sabio, acepté el gran honor. Abrumada de por las ofrendas y la confianza que depositan en mí. Abrumada por el miedo a decepcionar y no estar a la altura. Abrumada pero Reina, reina como nunca antes me hicieron sentir, reina como nunca antes había sido.
domingo, 17 de enero de 2016
De princesa a reina
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