Yo no quería saberlo, al menos no cuando no lo sabía. Ahora que lo sé, no sé qué prefiero. Me lo dijeron sin que yo preguntase, "los Reyes Magos" no existen. Tarde un poco en reaccionar y negar fervientemente esa afirmación. Tras mi testaruda negación, las evidencias flotaron sobre mis narices. Efectivamente, era imposible que existieran esos personajes a los que tantos años confíe mis ilusiones y por los que tantas veces me porté bien.
Con esta revelación, llegaron otras decepciones en cadena, como Papá Noel o el ratoncito Pérez. Y, por consiguiente, dejé de creer en la magia. Nada más triste para una niña que perder la ilusión de la magia.
jueves, 14 de enero de 2016
El gran fraude
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario