Gracias por todo lo que dejas. Gracias por las enseñanzas que quedan.
Vuela alto, tan alto que encuentres la felicidad que yo no te pude dar.
Quizá un día llegues tan alto que toques mi estrella.
Quizá sea un trato justo. Te cambio Rotterdam por Málaga. Quizá simplemente sea eso. No eras tú para mi ni yo para ti. Tu me necesitabas en tu vida para descubrirte Rotterdam y yo te necesitaba en la mía para descubrirme Málaga.
Ójala hubiera triunfado el amor. Ójala tus gritos hubieran sido menos ensordecedores para mí. Ójala hubiesemos recuperado la paz del principio.
Encontrarse con personas como tú, de las que sólo hacen el amor y no follan, tiene la ventaja de que sois muy tiernas. Sin embargo, tiene la dolorosa desventaja de que cuando otra persona os calienta la cama, desaparece cualquier sentimiento.
En cambio, encontrarse con personas como yo, para las que el sexo es independiente de los sentimientos. Que follamos más fácilmente que amamos. Tiene la ventaja de las descomplicaciones y la desventaja de que cuesta mucho tocarnos el alma.
El problema, es que los segundos, nos quedamos más allá del sexo. No deshacemos lazos al vestirnos. Y, sobre todo, que nos dejan de querer en cuanto dejamos de ser follables.
A pesar de todo, brindo por yo follar en Málaga y tu hacer el amor en Rotterdam. Quizá es para lo único que nos juntó el destino.
Tiene una paz inquebrantable. Llueva, truene o haga sol. Su semblante se mantiene impune a cualquier agente externo.
Aunque un huracán le sople los oídos.
Aunque el suelo se derrumbe bajo sus pies.
Aunque todo arda en llamas.
Nada perturba ese gesto pacífico. Como si fuera dueña de un secreto que todos desconocemos, ella no se agita por las cosas mundanas. Ni las pequeñas ni las grandes.
La paz domina su alma tan suavemente que asusta. Las personas como ellas, son tan especiales que se nos antojan locos incomprensibles. Crean un cóctel de admiración y envidia a partes iguales. Tanto, que nunca tienes claro si amarlas u odiarlas. Y, sin embargo, no importa mucho, porque nada de lo que hagas perturbará su calma.
Quizá un día me acerque y le pregunte, ¿a que wifi he de conectarme para jugar a ese juego?
Bonita.
Bonita incluso a medias. Preciosa incluso antes de vestirse.
Acostumbra
a lucir elegantes mantos de tonos oscuros. A veces, con brillantes. Otras,
apagados. Consigue así destacar su reluciente y blanca piel.
Sin
embargo, hoy la vi antes de tiempo. La vi cuando todavía no se había acicalado.
La vi entre enaguas azuladas y blanquecinas. Aún con los focos encendidos, ella
seguía destacando con su brillo. La encontré mientras su amante se desvanecía
por la cornisa del balcón. Al otro lado de la habitación, con su rizos de oro pelirrojo.
Yo
observaba desde fuera, a través de la puerta entreabierta que el tiempo me
concedió. El espectáculo se me antojó tan incandescente que mis labios se
curvaron al imaginar la pasión que cabría detrás de ese revoltijo de colores.
Un deleite nada obsceno puesto que la luna ya está acostumbrada a ese destellar
en los ojos de mirones.
¿Será que existe la magia? Y de existir, ¿cómo es?
Aprendí que la magia dista de las películas, de esos para siempre, de los detalles y señales que te encuentras. Vemos heroícos los gestos del protagonista por perseguir sus sueños, o a su amada. Por insistir a pesar de las negativas. Y haciendo grandes escenas.
Sin embargo, en la vida real, hasta un simple mensaje puede sobrepasar los límites.
En la vida real, sólo sabemos apreciar la magia de los comienzos. De lo nuevo. Quizá es cierto que el consumismo a devorado tanto nuestro corazón que sólo sabemos tirar y renovar. Aunque yo sigo siendo bastante vintage y eso me deja bastante al margen de la moda.
He intentado hacer magia en alguna ocasión, con resultados desastrosos. No he tenido más remedio que rendirme para no salir ardiendo. Sin embargo, aunque todavía no he conseguido hacer magia (ni siquiera sé si es posible), si he conseguido vivirla. Está en el cumpleaños de un escorpio de ojos azules que huele a pasado y sabe a presente. Está en el sabor del vino caliente 'home made' y un sofá compartido. Está en las risas improvisadas y en los instantes en los que la mente deja de pensar. Está en salir a buscar leonidas y encontrarte con té caliente y un monumento. Está en el vértigo de que sea demasiado bueno para ser verdad. En el vértigo de que el futuro promete. Pero sobre todo, la magia está cuando el miedo a fracasar y perder no te impide seguir adelante.
Corazón viajero. Corazón valiente.
Nuestra vida es un punto infinitésimo en la línea del tiempo. Y, sin embargo, nos obsesiona el estatus de los 'de toda la vida' y los 'para siempre'. La misma profesión, la misma gente, el mismo lugar. La lucha por buscar la tranquilidad de la estabilidad. Renunciamos al éxtasis de las primeras veces, a la aventura de lo desconocido, al placer de descubrir. Todo por el sinsentido de querer que algo sea eterno en esta efímera vida.
Es cierto que la costumbre se torna hogar. Es cierto que hay valor en la preserverancia. Es cierto que hay mucha belleza en una memoria llena de recuerdos comunes.
Pero también es cierto que hay personas que se desvían del camino. Que saltan vayas. Personas que cambian de lugar. Que cambian de profesión. Que cambian de vida. Son personas nómadas. Y para ser nómada, no basta con cambiar. Hay que saber vivir el cambio, que fluir con el cambio. Hay que convertir el cambio en tu forma de vida y dar lo mejor en cada salto. Significa no cansarse de viajar y sacudirse el polvo al llegar a una nueva ciudad. Significa llevar lo mejor de cada lugar a la siguiente parada. Ser nómada implica arraigarse sin miedo al desarraigo. O sin dejar que el miedo te frene. Un verdadero nómada no se cansa de recorrer corazones. Aunque algunos bares cierren. Brindando en los bares que se inaguran. Porque aunque el nómada viaje ligero, lleva siempre lo importante. La luz y la magia las lleva puestas. Y para eso, hay que tener un corazón diferente. Hay que tener un corazón valiente. Hay que tener un corazón viajero.
Gracias por quererme con tatuajes de amores y odios pasados. Gracias por ver las marcas en mi piel y no salir corriendo. Algunas cargadas de intención perenne. Otras, producto de un azar caprichoso. Dulces dibujos que duelen o amargas cicatrices que enorgullecen. Tú las recorres convirtiéndote en cómplice de mi historia.
Gracias por caminar sobre este mapa arrugadizo con las yemas de los dedos. Como virtuoso pianista tocando una melodía suave y pegadiza. Notas inmersas en mi cabeza que no se desprenden de mi pensamiento. El persistente juego de tus manos va decorando, sin rasgar, esta piel deshilachada. Como hendiduras en teclas centenarias. Gracias por la valentía del mirar y la paciencia. Por apostar en componer. Gracias por hacer, de jirones, un vestido de gala.No entendí que cuando para mí se acabó el amor, para ti empezó la reconquista. No entendiste que mi gestos luchaban por tu amistad. Un podio que siempre se me antojaba inalcanzable.
¡Que guerras tan inútiles hemos librado! Tú y yo. Yo y tú. Por no entendernos.
Tu creando esperanzas de dónde no las había. Yo regando con paciencia un árbol inexistente.
Nuestras curvas se cruzaron dejándome a mí en números negativos. En cada batalla tu soltabas un poco. Con cada gota de romance que abandonabas, llenaba yo mi saquito de hermandad.
Y llegó el día, llegó el día en el que tú soltaste agarrándote a otra rama. Mi mundo tembló de miedo y se olvidó de respirar. Dejando caer todo lo recolectado durante tanto tiempo.
Cuando abrí los ojos, todo había desaparecido. Me quedé con las manos vacías de algo que nunca tuve. Ya encontraste a la novia que me sustituya. Y amigas no necesitas.
Quien ríe el último ríe mejor. Y al final, ganas tú. Con una novia que borre mis huellas. Y sin echar de menos una amistad que nunca quisiste. Sonriéndole a tu buena estrella.
A mi se me abre otro agujero más. Para los amigos no hay clavos que los remplacen. Y, a pesar de todo, ¿ qué voy a reclamarte? No puedo reclamarte desde esta ventana que escribo. No puedo, porque entiendo el sufrimiento y frustración de tu batalla perdida. No puedo, porque yo no te tengo cariño. Yo te quiero. Te quiero desde el alma, aunque no esté enamorada. Esta forma de querer desea que seas feliz, aunque sea apartándome. Te sea una felicidad que no sea efímera, ni circunstancial.
No puedo reclamarte, pero ójala me hubiese dado cuenta antes. Ójala no me hubiese faltado el aire en el momento que más fuerte tuve que agarrar. Quizá unos grados menos de sinceridad y unos grados más de cordura habrían desembocado en en un final menos abrupto. Quizá solo fui una ilusa luchando por un imposible. Quizá fui una ilusa al pensar que serías tú la que sujetaría las velas esta vez. Una ingenua por esperar como amiga lo que dabas de otro modo.
Si yo no soy tu novia, tu no quieres ser mi amiga. Si tu no eres mi amiga, yo no quiero ser tu conocida. Y así se acaba el cuento. Ni yo soy tu novia. Ni tu eres mi amiga. Para ti sólo soy tu expareja. Para mi eres un amor que evolucionó.
Sonrisas. Ese es mi fetiche, las sonrisas. Con hoyuelos, sin hoyuelos. Labios gruesos, labios finos. Como sea, pero sonrisa. Con dientes blancos. Sonrisas sinceras.
Y, de entre todas ellas, aquellas que me hacen sonreír a mi. ¿Cómo no enamorarse de algo así?
Y ahora, ¿qué?
Nuevas ilusiones, nuevas esperanzas y nuevos deseos.
Ojos abiertos, corazón palpitante.
Caricias ansiosas.
Regar la ciudad con besos.
Todo lo que dejó de ser, vuelve a ser.
¿ La llenas de besos?
¿ Te lanzas a su cuerpo sedienta de sexo?
¿ Le das toda la pasión que a mi me quitaste?
A ella sí la desesas.
Los ojos brillantes.
Ahora si eres cariñosa.
No te quema su piel.
Ni sus besos.
Quieres que el mundo te vea.
Y yo, yo ya me esfumé.
¿ La tratas mejor que a mi ?
¿ Le darás todo por lo que yo luché ?
Ójala me hubieras amado un poco más.
Ójala mis caricias no se hubieran vuelto plomizas para ti.
Que donde hubo besos, quedaron gritos.
Donde hubo pasión, quedaron llantos.
Y ahora, ¿quien me va a mirar? ¿ quien se asomará a mis adentros?
Todavía me pregunto, ¿ por qué tantos gritos?
Si de verdad me querías, ¿ por qué te guardabas las caricias ?
¿ Por qué me cogiste tanta manía? ¿ Por qué no querías mis besos ?
Y yo, yo nunca quise regalos caros, ni cenas, ni flores muertas.
Yo sólo quería un poco más de amor, caricias, abrazos, sexo, sentir que nos sobraba la piel.
¿ Qué hice tan mal para provocarte más ira que amor o pasión?
Lo que no pudo ser, no puede ser ni podrá.
Ahora tiran otras carretas. Carretas menos rotas. Menos dañadas. Más grandes y bonitas.
Donde dos botones desabrochados dejan de ser una infame blasfemia para ser una nueva religión.
Es hora de explorar la ciudad y vivirla como nunca antes. Ahora sí es una experiencia enriquecedora. Ahora sí se vive agusto. Ahora no sobra nadie.
Y, sin embargo, ¿ cómo osaría a protestar ? Si la vida perfecta que podríamos tener ahora, ya no soy capaz de imaginarla con ella. Porque conmigo, el amarillo se vuelve rojo oscuro.