Dicen que las desgracias nunca vienen solas; que cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pongas las tuyas a remojar; que los más desgraciados son los que lloran menos. Sin embargo, no ha venido sola y es una bendición y la falta de lagrimas era por la inundación de alegría. Y la presencia de ellas, si hubo, también. Aunque si es cierto que el vecino lleva poco más de tres meses afeitado.
La cuestión es que el frío se ha ido yendo para dejar paso a un par de soles que se hicieron querer incluso antes de aparecer. Ahora brilla en lo alto el calor de trascender un poco más allá de la propia vida. Ahora los enanos pasan a ser gigantes con juguetes nuevos. Juguetes no por no tomar en serio, si no por que nos devuelven la ilusión que practican los niños. Porque aunque tengan una explicación científico-lógica, preferimos olvidarla para envolvernos en una magia que hace arder el corazón. Una alegría y emoción inocente que no es sugestionable, ni comercializada, ni interesada. Reflejada en el brillo de los ojos de ellas, de ellos, de vosotros y de nosotros.
Un sentimiento sincero que arranca las ganas de cuidar, mimar y enseñar. Durante nueves meses nuestras manos no alcanzaron a tocaros, pero una vez que os sostuvimos en brazos fue inevitable que necesitáramos baberos. Siempre diré que es para que no os acomplejéis por usarlos vosotros. En el futuro, tendréis un reportaje entero para que os avergoncemos delante de vuestros amigos. Sin embargo, los píxeles no saben explicar que quiero mostraros la ventana del mundo a la que llego, y que gracias a todos podáis coleccionar muchas ventanas y puertas. No saben explicar tampoco, que queremos ser el apoyo de vuestros padres y, de vez en cuando, su peor pesadilla al consentiros demasiado. Seremos la alternativa adulta a vuestros padres cuando os toque revelaros. Unos ojos fuera de vuestra casa que estarán muy atentos para veros crecer. Unas manos que quieren construir un poquito de vuestro mundo y hacerse en un hueco en ese corazón tierno e inocente al que iréis dando forma. En mi corazón ya tenéis zona VIP. Bienvenidos.
Una vez más, la felicidad está en las cosas pequeñas, Rubén y Leyre. Espero que seáis muy grandes.
sábado, 27 de junio de 2015
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