Óyeme pero no me escuches. Tan sólo quiero emocionarte sin significar. Como una canción alucinante en un idioma completamente desconocido. Impronunciable. Porque yo no busco conquistar las mentes. Busco hacerlas libres, y la primera a la mía. No quiero encerrar en un cuadro comprensible los sentimientos. No puedo acotarlos mediante fórmulas que caben en una hoja de papel, cómo si de matemáticas se tratasen. Porque en la vida real, que no es la práctica, dos y dos no son cuatro y uno por cero siempre duele. Necesito darle la potencia del arte, aunque no sea capaz de crear nada bonito. No puedo explicar lo que no comprendo. No quiero que nadie entienda las cosas alejadas de la razón.
Déjame pintar sobre tu piel miles de caminos, pero no me preguntes a dónde van. Cierra los ojos y siente la brisa de mi respiración, pero no quieras saber si mis pulmones están calcinados por el humo del tabaco. Escucha la melodía que bailo con mis labios, pero jamás podría contarte el compás.
Siénteme, víveme para hacerme libre. No me nombres, no me comprendas, no busques mis respuestas. No me trates como un problema que resolver porque no estoy hecha de ecuaciones. Trátame como si fuese arte para empujarme a la felicidad.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
No me escuches
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