Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

martes, 17 de marzo de 2015

Buceando yo encontré

El placer de deleitarse con un largo recorrido a la temperatura adecuada. Ese es el placer que mantiene mi instinto de supervivencia intacto. Esta vez se trataba de una inmersión. Buceaba en un mar de palabras inventadas que describían una realidad ajena. Aunque no por ajena resultaba completamente desconocida. Paradójicamente, cuánto más avanzaba hacia el fondo, menos me costaba respirar. Mis pulmones ganaban espacio con cada letra que avanzaba y el mundo exterior se iba difuminando en mi mente. De repente, cuando lo que me rodeaba me importaba menos que llegar a la piedra más profunda de aquel valle inundando de frases inauditas, ocurrió lo inesperado. En realidad, ya lo había imaginado con anterioridad, como un fugaz sueño que apenas recuerdas al despertar. Tenía la certeza de que acabaría dando con ello, pero era una certeza del mundo que había dejado en la superficie. Y como todas las cosas no sumergidas, esa certeza no se encontraba conmigo en ese momento. No lo vi venir, pero lo reconocí enseguida cuando lo toqué. El tacto era suave y en ese contexto, si se me permite excepcionalmente este robo, se podría decir que eléctrico. Como enchufar un sueño en la realidad o la realidad en un sueño, surgió de aquel contacto una emoción chispeante. Como la indescriptible sensación de un químico que consigue una nueva aleación mezclando la cantidad exacta de varias sustancias. Como el deportista que alcanza el objetivo combinando todos los músculos de su cuerpo. Sin embargo, cualquier acontecimiento que parezca real tan sólo podría acercase a la sensación experimentada. Para lograr una ilusión más exacta, sería necesario además rozar un poquito la irrealidad. El espejo de cuento que separa el lado mágico del lado que nos resulta más familiar. Y allí estaba yo, entre dos mundos incompatibles, disfrutando de la magia que desprendía ese instante de conexión. El calor inundó mi alma y un rayito de alegría dibujó una sonrisa en mi cara. Inmediatamente, tuve que subir de mi nube sumergida a la superficie. El mundo real seguía siendo el mismo, pero en mí se habían producido algunos cambios. Se mezclaron los hemisferios imaginario y real de mi cerebro en un cóctel embriagador de felicidad. Un chorrito de realidad convertida en ficción removido con fantasía convertida en realidad.

Ahora, tan sólo me queda el recuerdo, pues algo tan intenso no sería recomendable experimentarlo durante demasiados minutos. Me queda el abrigo, la ilusión y la sonrisa. Y, por si me olvido, también me queda este texto.

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