La noche estaba iluminada por multitud de estrellas sonrientes. Era una noche especial y, como todo lo excepcional, esquiva. Por eso, no se repetía con frecuencia. De hecho, tan sólo se asomaba cada cuatro años. Iba juntando los restos que le sobran a cada año para después transformarlo en una noche brillante. Brillante pero no como el arroz, que no se pasa, la noche del 29 de febrero se pasa dejando tras de sí un mesecillo loco.
Las cigüeñas se han hecho con los tejados y escuchan los encargos de mediados de mes. Es bonito empezar superar la cuesta de enero celebrando la versión comercial de cupido. Es bonito encontrar corazones que se refugian en ese recuerdo para reír en los días grises. Será por eso que febrero es el loco, porque el amor nunca tuvo cordura, porque es el único que cuenta con un día que baila.
Sin embargo, situarnos en la ultimísima noche de febrero no debe desilusionarnos, pues marzo trae vientos frescos de esperanza y felicidad.
lunes, 29 de febrero de 2016
29 de febrero
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario