Desgástame la piel como si fuera a caducar mañana. Aún con ropa, hoy se encuentra demasiado fría. Las telas no frenan el azote del hielo intravenoso. Es mi cuerpo el que te busca. Es mi cuerpo el que te añora. Arráncame a bocados el peso de la vida. Deslizáte, como una serpiente sigilosa, por toda la cáscara de esta manzana envenenada en la que me he convertido. Quiero envenenarte de pasión, hasta que pierdas la cabeza. Hasta que la adicción por tocar mi desnudez embruje tu existencia. Quiero ser el único trago que calme tu sed. Sin embargo, guardo un corazón vacío en su último latido. Guardo un corazón hecho cenizas. Un bosque de amor devastado por pirómanos caníbales que yo crié y alimenté. Moribunda ansío que el aire de tu boca, al susurrar, encienda estas ascuas. Devuélveme a la vida en forma de llama forjadora de sueños. Dibuja senderos silenciosos que unan todos los poros de mi piel. Estremece hasta los huesos que me sostienen, con las yemas de tus dedos. Haz que cale el calor de tu boca, desde lo visible hasta lo invisible. Tócame a oscuras, que no haya mas sentidos que nuestros tactos. Diluye mi agonía entre tus caricias, llevándome a un éxtasis sensorial. Quiero hablarte sin palabras. Quiero que nuestras lenguas se encarguen solo de saborear el placer que generemos. Ven y leéme en braile. Calma el dolor de no sentir la presión de tus dedos agarrando mi contorno. Ven, que prometo recompensarte con una larga historia entre las sábanas. Con un cuento sordomudo que te descubra lo que nadie más supo decir. Ven despacio y tócame a cámara lenta, acentúando nuestro encuentro. Hagamos un juego sublime que deje huella y me devuelva a la vida.
lunes, 9 de noviembre de 2015
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