Patricia tenía seis años cuando Don Chorlito llegó a casa. Don Chorlito fue su regalo de cumpleaños. Era un periquito azul (aunque en ese momento no estaba claro aún) bebé. Patricia estaba encantada con su nueva mascota y dedicaba todo el tiempo que no estaba en el colegio a observarlo, cuidarlo y ponerle nombre. Don Chorlito dormía en su habitación (tras duras negociaciones con sus padres), en una especie de cuna que ella misma había preparado.
Al cabo de un tiempo, demasiado corto para Patricia, el pequeño pájaro empezó a mover sus alas. Todavía no era capaz de volar, pero lo intentaba a ratos.
Un día, al volver del colegio, había una jaula sobre la cama de Patricia. Sus padres, pacientemente, le explicaron que esa debía ser la nueva casa de Don Chorlito. Ella se echó a llorar, pues ella no cabía y no podría jugar tanto con él. Sin embargo, en ese momento obedeció. Sólo en ese momento y cuando sus padres la veían. Mientras sus padres estaban ocupados, ella sacaba a Don Chorlito de su jaula y correteaba detrás de él. Ella, al contrario que sus padres, sabía que el pájaro no se escaparía, y si lo hacía volvería. Ella y él eran amigos y el no quería separarse de ella tampoco. Incluso podría acompañarla al colegio. Seguro que a Don Chorlito le encantaría.
Todo cambió cuando en el patio del colegio de Patricia un pajarito se cayó del nido intentando volar. A Patricia le dio muchísima pena y pensó que volar era demasiado peligroso. Empezó a pensar y pensar y cada vez veía menos conveniente que Don Chorlito volase. Si volaba podría caerse como el pajarito de su colegio, o le podía atropellar un avión, o podía irse con otra niña...Podían pasar tantas cosas malas que Patricia tuvo muy claro lo que tenía que hacer.
Al llegar a casa, le cortó las alas a Don Chorlito. El pobre pájaro pió muy fuerte, pero Patricia estaba decidida. Pensó que era como cuando sus padres le daban un azote, lo que compensaba a cambio de que no se estrellase o lo atropellara un avión. A los pocos días, Don Chorlito ya no se quejaba y Patricia estaba tranquila porque su amigo estaría a salvo.
Don Chorlito ya nunca voló y nuca sabrá que es volar. Corretea por toda la casa y, de vez en cuando, mira el cielo.
jueves, 15 de octubre de 2015
Patricia y Don Chorlito
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