Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

miércoles, 24 de octubre de 2012

Me rindo

Inútil la lucha que se bate a ciegas cuando el enemigo ya se fue. Hasta hoy negué su existencia. Y hasta hace unas horas estaba dispuesta a seguir ignorándola. Pero se acabó, me rindo. Hoy mi orgullo no vale de nada, se derrumba mi muralla de aire y el invierno descubre la ausencia de cristales en mis ventanas. Lo reconozco, no soy tan rápida como pensaba y los dardos agujerearon mi piel. Quizá los verdugos ya no se acuerden o no me tengan en mente, pero estas letras no son para ellos. Es ella, que grita, grita por dejarse oír, para que de una vez la haga caso. Ella es mi herida. Una herida de guerra más profunda que extensa. La herida que produce la traición, la locura, los ataques y las embestidas. Aliñada con la sal de las mentiras y de los engaños. Rociada con el jugo del ácido limón de la perdida. Enhorabuena, por fin, reconozco vuestra victoria, me duele la pérdida. Me dolió y todavía me duele y me dolerá por mucho tiempo. Pero lo peor no es haber perdido las elecciones, pues me siento orgullosa de no haber cambiado de haberme mantenido firme en mi partido). Tampoco es la soledad, lo cierto es que no creo que esté sola, y si lo estoy, lo siento victoriosos pero disimulan mejor que vosotros. Podría ser el cambio, el desvanecimiento de una estabilidad, es duro cuando estás cansada volver a construir y hacer mudanza, pero esto tampoco es lo peor. Lo peor, lo peor de todo, lo más horrible, lo que hace que sangre la herida es el no entender. No comprender el por qué de tanta maldad, tanta mala leche, tantísimo daño. Los ensañamientos gratuitos, los juegos de los fieles. No consigo comprenderlo, por más que se inventen delitos. ¿Que coño esperaba Dios con este huracán? ¡Joder! ¿Que cojones esperaba? ¿Ver el mundo desolado? Pues felicidades, el mundo está desolado. Espera un duro camino de reconstrucción, pero los cimientos serán más firmes. Llevará tiempo, lo sé, y trabajo, también lo sé. Y la ciudad nunca volverá a ser como antes. Pero lo siento mucho, este pueblo nunca será cristiano, aunque sea el último reducto. Seré débil, orgullosa o la ristra de etiquetas negativas que algún diccionario albergue, y tendré que agachar la cabeza reconociendo que perdí una batalla abandonando un terreno que hacía conquistado, pero os aseguro, que luchadora lo seré siempre, es lo único que asegura la providencia de mi oráculo. He nacido para ser una luchadora, aunque a veces me pare a descansar o me entretenga el ocio, o incluso como hoy, me detenga a curar las heridas entre llantos.