Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

martes, 29 de marzo de 2016

Una noche cualquiera

Tu me quieres con el alma. Yo te quiero con la piel. En tus sueños yo estoy. Yo sueño porque tu estás.

Tu me piensas y te buscas en mi mente. Yo busco tu ombligo con mi tripa.

A ti te sobra el calor. Yo quiero arder en el infierno. Cuerpos fundidos que adquieran nuevas formas.

Tu le pides palabras a mi boca. Yo le pido besos impacientes e infinitos a la tuya.

Tu necesitas dormir. Yo no quiero. Yo no puedo. Yo no puedo.

Tus ojos cerrados. Los míos abiertos
Los tuyos dulces. Los míos salados.

Tu duermes. Yo no quiero. Yo no puedo.

Tu duermes. Yo te espero.

Tu duermes. Yo desespero.

Me muevo inquieta entre tus brazos. Tengo el pecho descubierto de tu cuerpo hasta el monte de Venus y más abajo. Mis formas añoran tocarse con su reflejo sobre tu piel. Pero no se puede. Los abrazos de sentir son imposibles entre tu y yo. Porque tu buscas paz y yo guerra. En tu interior hay orden y cimientos. En el mío, solo caos y abismos.

domingo, 13 de marzo de 2016

miércoles, 9 de marzo de 2016

Cuando no puedas hablarme

Quizá llegue un día en el que no me puedas decir adiós. Ni adiós, ni hola. Quizá ese día tarde mucho en llegar, o quizá tarde poco. Quizá, incluso, ni siquiera sepas cuando sucede. Quizá te acabes enterando días después. Puede que ese tiempo sigas pensando en nombrarme o puede que ya no recuerdes mi nombre. Entonces, lo imposible sucederá y el rumbo de mi sino no causará ningún estrago en el tuyo. No te erizará la piel. No asomarán lágrimas. No ensordecerán al mundo tus gritos desgarradores. No, ya no eres un lazo de vida. Tan sólo algo inevitable.
Yo me convertí en el objeto inamovible que una fuerza imparable saca de su sitio. Puede que entonces trates de buscarme para ocupar un hueco inerte en la estantería de tu destino. Si eso ocurre, será que por fin has comprendido la adivinanza que se planteó en nuestro camino.
También puede que aún con noches en vela, no te consiga mover del sitio. Que la comodidad sea mayor que la pena. Que la pena no exista más allá de una empatia de especie. Entonces, me habré ido engañada rezando un falso credo.
Ojalá el tiempo y el espacio no sea un enemigo de mi causa. Causa que ya no busca su aliado, causa que aceptó luchar sola. Ojalá las nubes oscuras no sean suficiente velo ni los truenos y relámpagos no ensordezcan tu alma. Ojalá seas capaz de ver, a pesar de todo, el valor de aquel tesoro que enterraste. Aunque no lo desempolves y olvides que existe. Aunque no lo quieras ni lo necesites más. Ojalá consigas estimar bien su precio, porque un tesoro desvalorado, deja de ser tesoro y se convierte en chatarra. No quiero abandonar el juego con un pecho repleto de chatarra.
Y si la incertidumbre de tanta duda no te alienta, la verdad es que cuando ya no puedas, no habrá titubeos. Simplemente, no podrás hacer nada. Bajo la tierra, yacerá, inmutable, la chatarra o el precioso y fabuloso tesoro.

viernes, 4 de marzo de 2016

La decisión

Llevaba bastante tiempo pensándolo pero nunca me atrevía a dar el paso. Me parecía una decisión demasiado drástica y que traería muchas consecuencias. Sin embargo, los últimos días mi paciencia se fue agotando y decidí arriesgarme. Ser oveja saltarina de vayas en la cabeza de un predurmiente es una responsabilidad muy grande. Yo había tenido la mala suerte de trabajar para una chica que se dormía enseguida. La mitad de los días me quedaba fuera, sin saltar la vaya. ¡Que pérdida de tiempo tan grande! Sentía que estaba malgastando mi vida. Por eso, ayer decidí escaparme en busca de un insomne que me hiciera saltar vayas.

jueves, 3 de marzo de 2016

La oveja número cuatro

Una vez más sucedía lo de siempre, primero la número uno, luego la número dos, luego la número tres...y así, saltábamos la vaya todas las ovejas en su cabeza hasta que caía dormida. Ser parte de un rebaño es bastante fácil, sólo tienes que hacer lo que hacen los demás.

De nuevo, salta la oveja número uno, después la oveja número dos, le sigue la oveja número tres y...la número cinco grita espantada porque la oveja número cuatro se ha perdido. Nadie sabía dónde había ido ni cuándo había desaparecido. El problema de no saber dónde se hallaba la oveja número cuatro es que todas las ovejas habían parado de saltar la vaya en la cabeza de ella. Si no reanudaban la marcha, ella no podría dormir. ¿Pero cómo reanudar la marcha si se había perdido un miembro del rebaño? Había que encontrarla lo antes posible.

El problema es que este rebaño de ovejas era un poco vago, y decidieron esperar a la próxima noche para buscar a la oveja perdida. Dejaron así a su bella durmiente en vela, tratando de imaginar dónde habría ido la oveja número cuatro y que divertidas aventuras estaría viviendo.

martes, 1 de marzo de 2016

La seta

Esta es la historia de una seta aburrida. Aburrida, triste y solitaria se la describía en todos los cuentos inventados para sapos. Sin embargo, estos sapos con ojos enormes no eran capaces de ver más allá de lo visible. Lo visible era que había una única seta alrededor de la charca, que de vez en cuando le salían lágrimas y que no hacía nada en todo el día.
Estos acontecimientos divertían mucho a nuestra señora seta. Lo cierto es que ella jamás lloraba, era el rocío del amanecer las gotas transparentes que recubrían su rostro. De hecho, estas gotas la impregnaban de un frescor tan vigorizante que le hacían sentirse invencible ante cualquier viento e, incluso, animal. Ilusamente, ella pensaba que sus esfuerzos mentales por alejar las bocas de su ser daban resultado. Y, cierto es, que de momento, nadie se atrevió a pegarla bocado, pero poco tenía que ver con su habilidad telequinésica. En cuanto a la tristeza que se le atribuía, estaba bastante lejos de ser cierta. ¿Quién no sería feliz respirando siempre aire puro, creyendo que tiene superpoderes y sin tener que mover un dedo para nada? Los estúpidos sapos, por supuesto.
A tal punto llegaba la ignorancia de estos amigos anfibios, que un día uno se acercó con buenas intenciones a la señora seta. Intentó dialogar con ella para hacerle más entretenida la mañana. Sin embargo, los hongos no dan mucha conversación, por lo que el sapito acabó aburrido y la seta apenas se inmutó. Antes de irse, el sapo incurrió en una última provocación y le dijo a la seta, mientras le sacaba la lengua: "Aaaumm", "Aaaaumm" y se fue. Este  disparatado suceso, causó gran regocigo en la seta que decidió plasmarlo en su memoria con la siguiente canción: "Aaaaumm me dijo un sapito, aaaaumm me dijo un sapito...dos sapitos hacen um aum aum".