Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

sábado, 19 de diciembre de 2015

¡Hasta los cojones de tanta puta mierda!

¡Hasta los cojones de tanta puta mierda!...ejem...perdón sólo era un pensamiento que gritó demasiado. Volvamos a empezar...
Unos cuantos carteles y otras tantas luces adornando la ciudad. Papeles de colores esconden una ilusión decadente al ritmo de los años. Vienen las sonrisas dibujadas, escritas e, incluso con el vino suficiente, vividas. La filosofía empapa los abrigos por las calles de la ciudad y calan de vuelta a casa. Nos acompaña la reflexión. Reflexiones caseras cuya receta se va rememorando año tras año. Una receta escasa de originalidad y sentimiento propio. Una vez más, leeré unos cuantos chistes sobre políticos, terroristas, suegras y cuñados. Una vez más unos cuantos "que te vaya de lujo" con un "pero no mejor que a mi" invisible. Una vez más, los buenos propósitos de un cambio a mejor. Una vez más, se aclama a la bondad, familia y algunas tonterías más que justifiquen los excesos. Excesos que conducen, como si nos embriagase el miedo a haber sido demasiado buenos, a obtener bonus extras en casi todos los pecados capitales. Con nuestras mejores galas acudimos prestos a las mesas tan abarrotadas que hacen imposible huir de la gula. La soberbia viene de acompañante, buscando en los demás el fallo de vestimenta, o las ojeras, o el despeinado que refleje que nosotros somos mejores. Abandonando las prioridades para llegar a ese postureo engalanados de triunfo aparente. ¡Qué calvario siendo tan avaros tener que comprar regalos para demostrar lo contrario!. Sobre todo, la ira que provoca acudir a los centros comerciales a buscar cualquier el objeto que nos permita cumplir con esta obligación. La pereza relega estos ingratos pasatiempos al último momento, lo que aumenta la ira. Sin embargo, vale la pena, vale la pena porque así nosotros también recibiremos regalos. El problema viene cuando has recibido algo elegido con la misma pereza e ira que lo que diste. Menos bueno de lo que esperabas, mientras a otros le sonríe su Papá Nöel. Es entonces cuando la envidia termina de amargar la Navidad e indigestando todo lo que se comió y bebió de más. Pero en año nuevo repetimos, con sugerente ropa interior roja, para ver si, al menos, empezamos el año follando.

Sin embargo, que no falte nada de esto, porque nos sentiremos solos y desgraciados. Camuflando el llanto con cansancio y preocupación. Que no falte el trabajo que me quedo sin excusas. Resulta que, al final, vivimos según quieren los demás. Gente que se considera juez suficiente para juzgar el bien y el mal. Que aconseja en virtud de sus vicios. Cobardes que delegan las decisiones de su vida en los demás. Y es así, como dejé de creer en todo. Es así como se esfumó la magia y se desdibujaron las ganas. Por creer en lo que nadie más cree fui dejando de soñar. Por soñar distinto, por querer distinto. Por ser yo y ser diferente. Porque nadie más lo tiene. Me abruman las opiniones que ensordecen la melodía que mis ángeles tocan. Sin embargo, es mucho más perturbador como las palabras van silenciandome y difuminando. ¿ Cómo es posible que el exterior tenga más poder sobre tu propia vida que el interior? Anonada me hallo, por no decir: ¡Hasta los cojones de tanta puta mierda!



jueves, 3 de diciembre de 2015

Tic tac

Tic, tac. Tic, tac. Tic, tac. Traquetea el sonido en mi cabeza. Toca sin boca la poca cordura que traigo. Tic, tac. Tic y tac. El compás del tiempo, marcado con dos golpes. Tiempo que transcurre entre latido y latido. Tic, tac. Tic, tac. Tic tac, tic tac, tic tac. A veces, se tropieza. Torpemente se atraganta en el transcurso de las horas. Se detiene un momento. Alterado y sin calma vuelve a arrancar. Tictac. Metiendo prisa a mi respiración. Entrecortando mis suspiros. Rebotando contra el suelo. Transportando canicas por el techo. Tic tac. Tic tac. Tictac, tictac, tictac. Calambres tras los párpados. Tictac. Apura el tiempo. Tictac. Rugen las entrañas. Tictac, tictac, tictac. Corazón de plástico. Tictac, tictac, tictac. Reloj de metal. Tictac. El ruidoso silencio machaca el alma. Tic tac, tic tac, tic tac.
Tic.
Y tac.
¿Eres tú o soy yo?

martes, 1 de diciembre de 2015

Bondad vs maldad

Y al final, no quedaban ni buenos ni malos. La bondad se tornó maldad y la maldad emborronó los límites. La calidad de las acciones empezó a medirse en efectividad y consecución de objetivos, sin importar la categoría de estos.
Reinando el caos, no era de extrañar que las personas fueran caóticas. Sobre cada uno, existen gran cantidad de medidas de bondad y maldad. Cada media es un compendio que engloba la predisposición, los propios valores y las propias fobias. Pero sobre todo, es una balanza movida por el amor hacia la otra persona y/o en miedo a perderla. Sin miedo a perder la maldad juega con una buena mano, y sólo si el amor es buen contrincante se salva la bondad. Sin amor y sin miedo a perder, ni bondad ni maldad serán famosas. Sin embargo, lo más peligroso quizá sea cuando ambos tienen buenas cartas. Cuando existe amor y miedo a perder, la mezcla es tan explosiva e incontrolable que las sombras de la maldad se extienden demasiado. Es, incluso, peor que el miedo a perder sin amor, pues éste último es más cuerdo y predecible.
En definitiva, nadie es bueno. Nadie es malo. Sólo queremos más o menos. Tenemos más o menos miedo. Y todo medido con distintas escalas.