Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

lunes, 21 de enero de 2013

Te quiero

Ahora que no me oyes, empezaré por decir que te quiero, te quiero mucho, te amo incluso, o te amé, no lo tengo muy claro. Fui una diosa mientras te besaba y te hice el amor llevándote al cielo donde vivo, incluso dibuje unas alas con mi sonrisa en tu espalda...y sin embargo, sigues sin poder volar. No supe ver que no quieres volar, que como lombriz que has sido siempre no sabes ni quieres ser pájaro.

miércoles, 16 de enero de 2013

Reflexiones

Esta vez la metáfora se quedó dormida, y aunque ronca, sólo parece oírse el arrullo de la realidad. Algunas fantasías te hacen rememorar la realidad con más nitidez que las propias fotografías. Y esa realidad en la que me encuentro es la que me urge retratar hoy, sin adornos ni espejismos. Sin ese humo blanco de escenarios que buscan la impresión del público.

Esta semana, me he dado cuenta de que me siento orgullosa de algunas de las personas de mi vida. No quiere decir que antes fueran infravaloradas, simplemente no pensé en ello o no lo hice de la misma forma. Pero creo que hemos hecho una gran labor conjunta, que hay acertijos que de tan obvios se tornan casi imposibles. Y aún así, estoy rodeada de gente capaz de trazar salidas en laberintos camuflados. Me tornaré prepotente, sólo por no hacer gala de una "falsa modestia" de esas que tanto se estila y después se tornan en envidias y celos. La proeza que me adjudico puede ser incluso falsa, pero aun así me hace sentir el calor del sano orgullo. Y es que, en el fondo, me siento gran colaboradora de la resolución de esos pasatiempos tan aparentemente sin sentido. Apenas hice nada, pero a veces, resaltar lo obvio supone un gran paso.

Nunca había pensado en ello, y ni siquiera le había dado importancia, pero a veces, las pequeñas gotas calamos hondo. En ocasiones, nos chocamos con un poste que tenemos delante por ir mirando a lo lejos. ¡Que bien viene que alguien te advierta a tiempo! En todo caso, hoy quería dar una palmadita al "descubrimiento de lo obvio" y premio para mi misma algunas de mis impertinencias.


No es el único pensamiento que ocupó mi mente esta semana, mas que pensamientos, casi diría descubrimientos. Se diría que por fin hice la parada que tanto me pedía el cuerpo y además lo hice en el mirador del puerto. Y es que, un poco sin querer, y otro poco sin querer evitarlo, he ido cambiando. No es que haya sufrido una metamorfosis Kafkiana, pero ya no pido los mismos juguetes a los reyes. Los autores y cantantes que antes me impresionaban ahora tornan de un color distinto, y descubro nuevos notos haya donde mire. No es que me sienta más especial que el resto de la humanidad, pero sí creo que constituye una parte importante de mi vida. LLevo un tiempo arrastrando la pesada carga de la incompresión. No me estoy declarando "mártir" de la sociedad, no, soy yo la que hago "mártir" a los hechos. La duda de si suponen un antes y un después, la duda de si me beneficia o me perjudica, incluso juicios sobre historias anteriores. Ganas de recuperar y ganas de huir. Voces que arrullan el fin de una etapa. Espejismos en los rincones cotidianos que truncan mi olvido. Quizá lo más cuerdo es pensar que simplemente adelanté el fin de una etapa, mi naturaleza impaciente me traicionó. Quizá simplemente el cambio tenía que llegar y llegó. Si ya no soy la misma, quizá, sólo quizá, es lógico que mi entorno no reaccione como hasta entonces si ellos no cambian conmigo. Yo evoluciono y el resto busca su propia evolución. Y las evoluciones se pierden como las ramas de un árbol frondoso que las hojas impiden el conocimiento de las ramas lejanas. Quizá hasta ahora no me haya dado cuenta que tarde o temprano los caminos se bifurcarían. Quizá, no abandono el quizá, porque todavía queda el rescollo que imagina que no tuvo por qué ser así. Esa lógica melancólica que se aferra al pasado, a lo conocido, temerosa del porvenir. La que revisa lo invertido y rememora los daños. La que mira historias ajenas con nostalgia. Es esa lógica, la que sostiene en firme que no tiene porqué ser así, que no tendría por qué haber sido así, que el problema no es el cambio sino quienes lo realizan.

Y yo, si ignoro al reino de lo posible y lo imposible, me quedo con que al final se reduce a un trámite, adelantado y abrupto, pero irremediable. No sé si dentro de unos años me alegraré de no arrastrar lastres del pasado o si por el contrario, lloraré la pérdida, eso sí, sin arrepentimiento como si de un accidente corriente se tratase. En realidad escribo porque la niebla es demasiado espesa, y aunque se insinúa el salto, no estoy segura o precisamente es una ilusión que repito con la esperanza de que se convierta en realidad. Es mi clavo ardiendo...

lunes, 7 de enero de 2013

El diablo y yo

Era uno de esos días en los que me sentía triunfadora, fuerte e invencible. La carnaza más jugosa para el vil diablo. Ese ente peligroso y maligno que se alimenta de la vanidad. Demasiado feliz para aceptar tratos con el mal y demasiado prepotente para pedir la ayuda divina.

Subió de los infiernos a la tierra para llevarme con él, quería calentarse al fuego de quemar mi espíritu y así empezó todo.

Mi batalla con el señor de las tinieblas data de unos 150 años atrás, cuando por accidente trunqué uno de sus majestuosos planes evitando que un numero de estudiantes se incorporasen a su secta. Desde entonces, me viene persiguiendo y yo me hago la tonta. El quiere mi desdicha, el desea no sólo mi mal sino que pretende corromper mi alma para no tener salvación ni ahora ni en el resto de la eternidad. Cada dos pasos encontraba una trampa, en cada espejo veía su reflejo y de repente huyó.

Ilusa yo pensando que huyó, en realidad estaba preparando la estocada final, la jugada maestra el arma perfecto.
La verdad, no sé exactamente en que momento se me presentó. No sé si siempre fue el o tomó lo que tenía más a mano.
Hizo gala de su gran juego sucio y se disfrazó, me consiguió engañar con su disfraz dulce, inocente y aturdido. Y yo, demasiado confiada, demasiado ilusa fui cayendo en la red de su engaño. Usó la fragancia de los ángeles, que aunque le escamaba la piel cubría su cuerpo de un halo majestuosos y atrapó en su voz la magia de las sirenas.
Por una vez, tuvo la paciencia de los santos, y me esperó sentado, descansando para que todo fuese perfecto y el engaño infalible. Yo creí que me tropecé con el por casualidad, que era yo quien tuvo la iniciativa,que aquello era producto de mi hacer. ¡Cuán engañada me encontraba!

Caí en sus redes, me deje atrapar por la mezcla jugosa del placer y la locura. El éxtasis de las nuevas experiencias y el sabor de la acción. Lo abracé con pasión y olvidé el suelo que pisaba. Y el diablo, embutido en ese cuerpo mortal me devolvió falsas sonrisas ensayadas durante años y siguió esperando oculto, paladeando el azúcar de mis sueños.

Y por fin, cuando mis sueños estaban diluidos en los sudores de su placer empezó a actuar. Tan sutilmente que ni siquiera pensé que estaba cerca. El primer movimiento fue ensombrecer mi conciencia, que poco a poco, fue depositando piedrecitas de culpabilidad en la playa de mi virtud. Y la paya se fue estropeando. Cuando me dí cuenta, quise huir pero todavía no pensé que fuera él y no puse las fuerzas necesarias. El resultado fue que como una mosca en la elaborada tela de una araña me quedé atrapada, con la ficticia seguridad de estar al borde de esa tela. Y cuanto más me movía, mas atrapada me encontraba. Él mientras, sigilosamente seguía tejiendo cuando no miraba. Conseguí sentirme atrapada, cada vez más atrapada pero cuando intento huir no puedo. La tercera vez, planee mi escapada por la noche y le pillé tejiendo, entonces fue cuando se iluminó mi camino. Desde entonces vivo atrapada, cada vez más consciente de que el diablo consiguió engañarme y de que me lleva ventaja en esta partida.

Marcó los goles de la desgana y la tentación y hasta anotó las canastas del sin sentido y anuló mis tantos de la ilusión, la fuerza y el ego. Me ha hecho más pequeña y ha escondido trocitos de mi alma. Ya no sé muy bien quién soy ni qué quiero ni que hago.

Es un plan perfecto, pues aun sabiendo ya que el está detrás de todo no soy capaz de escapar. Me atrae como hechizada a sus manos y no me deja ir. Vivo en un sin vivir, vivo por él y contra él. Sé que es horrible y aún así no puedo separarme. No quiero ir a los infiernos con él y que el se quede conmigo mortalmente es imposible pero no soy capaz de decir basta. Como el drogadicto que sabe que algún día tendrá que dejarlo pero no es capaz. Él se ha convertido en eso, es una droga y una droga muy dura. Soy del diablo porque ha conseguido drogarme.