Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

lunes, 26 de septiembre de 2016

Maktub. Te abrazaría y no te soltaría nunca

Como las copas, a veces, los errores finales se convierten en penúltimos. Y, una vez más, vuelvo a romper una promesa de despedida. Esta vez la despedida fue conmigo misma y, una vez más, vuelvo a hablarme. Vuelvo a derrapar por la escurridiza superficie de este teclado plasmando sentencias finales que nunca llegan a eternas.
Supongo, que es una manera de dejar constancia de cada una de mis muertes. Un funeral silencioso que transcurre bajo la atenta mirada de unos ojos que no ven.
Una vez más, la razón se metió dónde no debía, llenando de pragmatismo un mundo alterado por la magia de los dioses ocultos bajo las sábanas. Una vez más, el miedo explotó en forma de huida. Una vez más, ese corazón valiente brilló por su ausencia.
No sé si esta cobardía mía se instaurará para siempre, si adelantó el destino o lo retrasó o, simplemente, lo arruinó. No sé si esto es un último o un penúltimo. Sé que desaparecerá aquella niña que fui. Vagabundearé como un fantasma que sólo yo recordaré. Un fantasma que algunas noches también desvelará otra cama. Un fantasma. En ti se pierde mi pasado, mis caminos, mis miedos. En ti se pierde mi humanidad imperfecta. En ti se pierde mi esencia.
Se pierde porque no puedo cargarlo más. Porque después de ti, no habrá nadie que lo cuide mejor. Se pierde porque yo abandono, no porque tu robes. Como un hada entrenada has hecho magia con mi vida. Te he dado muchísimo y, aún así, nunca me sentí vacía. Has cogido todo lo que te he dado y, en lugar de consumirlo, le has dado vida y lo has hecho crecer en mi. Estoy tan llena de ti que no entra nadie más. El único vacío será tu ausencia.
En un tono menos literario, me gustaría decirte que te quiero más de lo que me atreví a reconocerte y reconocerme. Me gustaría decirte que eres y serás imborrable. Un regalo eterno que cambió mi vida. Te abrazaría y no te soltaría nunca. Me gustaría seguir cuidándote. Me gustaría que te cuides. Que te cuides mucho y la vida te sonría. Sé que lo hará. No seas tímida pidiendo, que te mereces todo lo que la vida pueda darte. Cuídate mucho, mucho, muchísimo.
Y con esta mala letra, dejaré al destino que decidas probar suerte leyéndome. Y que sea lo que tenga que ser...

Quizá reedite o añada otra última entrada, porque tengo mucho que decir, aunque el cansancio hoy me detenga de esta manera.

sábado, 28 de mayo de 2016

Hasta siempre


Creo que nunca puse una foto que adornase mis palabras. Quizá hubo alguna excepción pero ahora no recuerdo. Sin embargo, las ocasiones especiales, merecen detalles especiales. Y ésta es una ocasión muy especial. Con mis dedos estoy construyendo una despedida. De ti. Del blog. De todo lo que fui.
 





Si alguna vez me hubieran preguntado por mis sueños, no habría podido explicarlo mejor. Tuve que adueñarme de esta postal en el instante que la vi, pues tras las arrugas de otras personas estábamos nosotras. Siempre imaginé y deseé que las canas las luciría así contigo. Quizá con unos maridos esperándonos en casa. Quizá solteras. Quizá con varios remiendos por amor. Simplemente juntas, como dos buenas amigas del alma. Como quien comparte mucho más que tiempo, sucesos y emociones.


Una instantánea que se quedará clavada en mi pared, impidiendo que olvide que un día fui capaz de soñar. El póster de una utopía que sólo yo narro.


Y ahora tu no me sueñas. Tu te recreas en otro cuerpo. Buscas otras sonrisas que iluminen tu camino. Te refugias en otros brazos. Has logrado, por fin, lo que siempre buscaste. Vivir una historia de amor por todo lo alto. Te han subido a las nubes y te han bajado la luna. Siempre a plena luz del día. Supongo que por fin eres feliz. Por fin has alcanzado tu sueño.


Yo nunca pude darte luz. Te di misterios. Pasadizos secretos y laberintos. Inventé un mundo propio tan diferente a lo que conociste, que te dejaste arrastrar por mi locura. Sin embargo, yo me muevo entre las sombras de las murallas que me protegen del mundo. Alguien tan oscuro no tiene luz que dar.


Al final, como en las películas de bien, aquellas que nos imponen ideales abstractos que seguimos a ciegas. Como en esas películas, triunfó el amor. Y los actores secundarios nos quedamos fuera de escena. Ojalá ella sea espectacular en la cama, haciéndote el amor como si te leyese por dentro. Ojalá sus miradas atraviesen tus pupilas calentando hasta el rincón más frío de tu cuerpo. Ojalá sepa hablarte sin palabras y se desviva por ti en cada madrugada. Ojalá no te abandone. Ojalá sea una pareja a la que amas lo único que necesitas. Espero que de verdad sea todo lo que siempre has querido. Espero que valga la pena. Has pagado, hemos pagado, un precio muy alto. Se ha deshecho una unión mágica en la que ambas habríamos dado nuestra vida. Y, más que la vida, el alma. La vida es efímera. El alma es eterna.


Que feliz se te ve. Entre sus brazos. Mirándoos a los ojos. Besándoos. No necesitas nada más. Igual que cuando estabas conmigo, no necesitabas nada más. Y yo, ilusa, pensando que era algo más y tan sólo era amor.



No es cuestión de amor. No es cuestión de sexo. No es cuestión de un proyecto de futuro. Yo tengo uno. Yo tengo de calidad. Yo tengo un boceto. Para mi nunca fue la máxima aspiración. Una pareja es algo tan intrínseco a la vida que se vuelve humano. Incluso el amor, compuesto por hormonas programadas, es terrenal. Mi ambición me llevó a buscar algo más. Esa fusión de almas en cuerpos separados, esa unión eterna. Una amistad hermanada por encima del bien, del mal, del amor y del odio. Buscaba lo divino.


Ilusa como un niño que cree en los Reyes Magos, vine a despertarme cayéndome de la cama. Rota en tantos pedazos que hasta las lágrimas están quebradas.


Seguramente tu me quisieras más, pero hoy confirmo que yo mejor. Tu me amaste con el corazón. A pecho descubierto. Sin embargo, yo te amé con el alma. Totalmente desnuda. Y el alma es mucho menos maleable que el corazón. Te has quedado grabada a fuego y siempre estarás en mi. Por eso me despido, para dejar de sangrar y empezar a hacer cicatriz.


Por suerte o por desgracia, la sociedad me influye en el comportamiento pero no en el sentir. No me consuelan los "Que fea es su novia, ¿cómo puede tener estómago?" ni los "Joder que bien se te ve con ella". No es una competición de quién a salido ganando. En el amor romántico, de pareja, seguramente ambas hayamos ganado. Sin embargo, en lo importante, en lo que somos cada una, hemos perdido las dos. Yo porque estoy condenada a la realidad. Tú porque tendrás sólo lo que siempre has querido. Podrías haber tenido tu cuento de hadas y una mano amiga que hace trucos que jamás encontrarás en otro sitio. Ahora tan sólo somos un par de personas normales que siguen con su vida.


Si algún día ves el mundo con mis ojos y vuelves a leer mis páginas, tendré la postal lista para que la recojas.


























lunes, 23 de mayo de 2016

Fuck love

Uno de los rasgos que destacan tanto los amantes como detractores de las películas de acción y/o superhéroes son los efectos especiales. La enorme cantidad de acciones que los protagonistas pueden llevar a cabo y son impensables para cualquiera de los espectadores. Desde unas simples patadas voladoras hasta atravesar las paredes, romper edificios, volar y sobrevivir a múltiples catástrofes. Algún aspirante a soñador con complejo de impotente los acusará de "flipaos". Algunos soñadores disfrutaran del espectáculo presentado admirando la industria cinematográfica.


Sin embargo, a mi no me parece para tanto. Casi son las películas más honestas. Nos permiten soñar sin engaños. Sin crear ataduras mentales que limitan nuestra felicidad. Un ejemplo de esto último son las estúpidas comedias románticas. Estúpidas creaciones imposibles que nos amargan la vida.


¿Acaso es más creíble que justo en el momento oportuno se choquen las miradas que el que un hombre construya una armadura con la que poder volar? No. No es más realista que el amor sea para siempre. No es más probable que exista la magia incondicional entre dos personas que la aparición de un spiderman. Al final, el amor lo hacemos o lo deshacemos las personas. Y tenemos el corazón tan poco dotado como el resto de músculos.


Mentira que alguien te vaya a querer toda la vida. Mentira que puedas alcanzar un estado místico. Inimaginable que el amor no se trate de otra cosa que de puro egoísmo. Miedo a estar solo. Altruismo por otorgar sentido a la vida. Alimentarnos de sonrisas provocadas para aumentar nuestro orgullo. Dejar salir los prejuicios, los traumas y las inseguridades para que los cargue otra persona por nosotros.


Una función de supervivencia más, tan vanal y ambiciosa como el comer o el cagar. Una función maquillada por el cine con tantos artefactos y efectos especiales que consiguen engañarnos. Nadie gastará una fortuna para atravesar paredes. No es una función intrínseca. No lo necesitamos para sobrevivir. El sexo sí y las uniones también. Nos han vendido la unión amorosa. Invertimos cantidades ingentes de dinero, sueño y energía en perseguir una quimera. Lo pintan sencillo usando personajes menos musculados, más parecidos a nosotros, e incluso patosos. Pero la ficción es mayor, mucho mayor. Antes creo en Superman que en el amor. Que le jodan al amor.

jueves, 19 de mayo de 2016

Quiera o no, duele.

Después tantos "punto y final" seguidos de una larga lista de posdatas, tantas despedidas de lágrimas, beso y abrazo. Después de flirtear entre realidad y ficción. Se acabó la tinta. No queda más líquido con el que impregnar un lienzo lleno de tachones. Ya no tengo fuerza para construir y tampoco para destruir.
Una despedida fría, sin abrazos, sin dudas, sin miradas. Certificado de una muerte sucedida tiempo atrás.
Es un adiós a lo invisible, un adiós que no terminará con un encuentro sorpresa lleno de gozo. Ni de desdicha. Un adiós para siempre, aún cuando nuestros cuerpos se encuentren mil veces y nuestras mejillas sean besadas con familiaridad.
Se acabó, el camino de retorno se derrumbó y sólo queda abismo. Un abismo en el que se refugia el dolor. El dolor que algún tiempo se vestía de celos y luego se maquilló de despecho. La amargura de la decepción y la frustración. Ambas fatalidades se han transformado en el desaliento del vacío. Dejándome nadando en la rotundidad de una frase: Lastima tanto no quererte como lastimaba quererte.

martes, 10 de mayo de 2016

Te vas, te vas y me dejas.

Te vas, te vas y me abandonas por un amor. Un amor que da color a tus mejillas y brillo a tus ojos. Te vas, te vas y me dejas.
Te vas de la lucha que mi alma lleva arrastrando, te vas haciendo tanto ruido que estallan mis oídos y me dejas todos mis miedos y los tuyos.
Te vas feliz, te vas porque encontraste lo que buscabas y me dejas porque ya no me necesitas.
Te vas guardándome rencor, te vas esperando que me quede y me dejas alejándome de ti sin retorno.
Te vas destrozando lo bonito, te vas mostrándome las bambalinas y me dejas sin devolverme mi libertad.
Te vas sin echarte, te vas aunque te reclame y me dejas carcomida por las veces que te eché.


 Te vas a hacer tu vida, te vas después de impedirme hacer la mía y me dejas amando a quien me quiere bien sin devolverme el corazón.

sábado, 7 de mayo de 2016

Me duele el mundo

Hoy he llegado a una terrible conclusión. Hay días en los que, simplemente, me duele el mundo.
Me hieren los ojos tristes que ignoré. Me eriza el vello el frío de los desconocidos y me escuecen las heridas que se abren a mi alrededor.
Hoy es uno de esos días. La tristeza y el desasosiego inundan mis pulmones y me impiden respirar. Mi estómago no anhela sustento que alimente, sino que absorbe las desdichas con las que voy tropezando.
Me duele el mundo porque no sé zafarme de esos sentimientos que me embriagan. El dolor tiene una parte de belleza que me enamora y me fascina. Encerrado en pequeños cuerpos vulnerables, puede llegar a ser infinito. Nunca eterno, pero sí infinito. Hay penas cuya contemplación puede sobrecogerte tanto o más que la visión del horizonte sobre un inmenso mar embravecido.
A diferencia de otros sentimientos, como la ira, la congoja sólo crece en almas donde existe bondad. En pequeña o gran medida. En forma de amor o desamor. Es aquí dónde reside la belleza que me atrapa. Es esta empatía hacia un digno sentimiento lo que me duele.
Y, por si fuera poco, existen daños provocados. Daños dónde inevitablemente convergen el amor y el odio, la bondad y la maldad, creando de esa forma un enigma irresoluble que atormenta mi mente y arrebata el sueño.
Es por esto que resulta inevitable acompañar esta noche hasta su fin. Porque me duele el mundo. Porque en la oscuridad no hay pomadas que suavicen este calvario. Me duele el mundo como tantas otras veces. Me duele el mundo y, con él, un poco de mi misma también me duele.

martes, 3 de mayo de 2016

No os hagáis viejos todavía


Aún no. Es pronto. Esperad un poco más.


Por favor.


Conservaros estáticos. Parad las canas y estirar las arrugas. Manteneos en pie.


Por favor.


Lo sé. Lleváis mucho recorrido. Algunas heridas son por mi. Deshice lo hecho. Os sujeté los pies.


Lo siento.


No fue en vano. Lo habéis conseguido. Aunque no disparaseis en esta dirección. Me ha llegado el producto de vuestro sudor.


Gracias.


Por eso, seguid en vilo. Por favor. Que quiero ser testigo de vuestros achaques. Que quiero sosteneros de la mano. Que quiero devolveros el recuerdo.


Por favor.


Estirad cada año todo lo que podáis. Que no quiero dejar mi firma en cheques, sino en abrazos.


Por favor, seguid mucho tiempo fuertes, que quiero estar en carne hueso cuando empecéis a necesitarme.

Dos niñas adultas


Dos niñas a las que no dejan hablar. Porque los niños, como todo el mundo sabe, nunca tienen razón. Tu la pusiste un disfraz de rebeldía y hostilidad. Yo la vestí de reproches y llanto.
Tan sólo dos niñas que ya no logran entenderse. Nos rendimos a las imposiciones sociales y nos vendimos al amor. Mi niña me grita algunos días que quiere volver a jugar. No sé si la tuya también echa de menos compartir la comba y saltar a la vez. En el fondo, creo que si, que aunque patalee y esté enrabietada por despertarla de la siesta, está un poco aburrida.
Sin embargo, los corsés del amor inventado y las armaduras del ejército social son irrompibles. No importa que tengan puntos flacos, tu y yo nos cansamos de buscarlos.

Puede que sea la única loca que queda en este manicomio. No éramos nada siéndolo todo, y ahora lo somos todo sin haber sido nada. Me quedé sola cuestionando el mundo. Se desplomó mi nube de sueños en forma de granizo. Hielo que se incrustó en mi cerebro atravesando el cráneo. Y ahora, tan sólo sé callar.



jueves, 28 de abril de 2016

Cuestión de religión

Siempre buscaste lo mismo. Una religión que iluminase tu camino y guiase tus pasos perdidos. Los acontecimientos que te vieron crecer fueron tallando una oscuridad entorno a tus ojos y tu corazón. Y tú decidiste no luchar hacia dentro, sino hacia fuera. Olvidaste buscar el un faro en los puertos a los que llegan tus venas y preferiste dejarte guiar por cualquier cerilla a tu vera. Buscabas una religión con una diosa real, de carne y hueso. Cuyos rezos consistan en tocar su piel y besar su boca. Era eso lo que buscabas, una diosa en la tierra que te continuamente te mantenga a flote.
Yo buscaba un pilar que cargarse mi autoestima. El beneficio de la duda en cada gesto. La presunción de bondad en mi corazón. Buscaba encontrar un espejo que, sin mentirme, no me devolviese un demonio. Ansiaba reinar en un corazón ajeno. Confesar mis miedos. Un refugio sin espinas dónde descansar de tanta guerra. Un lugar dónde mis palabras sinceras y honestas cobraran sentido.


Y la encontraste. Y lo encontré. Me encontraste. Te encontré. Me hiciste tu diosa irrefutable y seguiste los mandamientos de mis miradas con fidelidad y devoción admirable. Incluso rozando el extremismo. Yo descargué sobre tus hombros la máscara que cargo como una cruz. Desnude mi alma por completo y me dejé caer confiando en tus brazos.


Fueron cuatro años vertiginosos de penitencia y milagros. Cargados de una intensidad sobrenatural, dónde las tormentas inundaban hasta el cielo y el sol nos elevaba por encima de las nubes. Eterno en su inmensidad.


Sin embargo, este no era nuestro destino. Se acabó. A mí, se me subió la deidad a la cabeza. Y a ti te fallaban los brazos. Y encontraste otras diosas por el camino. La primera de ella, vino de repente. Cuando yo aún estaba en el pedestal y me resistí a bajar. Tu alargaste los brazos a tu nueva diosa y yo me dejé caer con los ojos cerrados. Tu todavía rezabas alguna oración y yo caí contra el suelo de espaldas. Y me rompí y tu intentaste pegarme. Tu pedías, y yo sentía el pegamento demasiado fresco en mis costuras. Y fuiste enmudeciendo. Y yo permanecí con los ojos cerrados.


Llegó un día, en el que el pegamento estaba casi seco, y me moría de impaciencia por  volver a jugar. Sin embargo, tu ya habías encontrado otra diosa a la que seguir. Otra religión en la que encontrar paz. Y yo, seguía con los ojos cerrados. Y probé suerte, me balanceé un poco.


En ese instante, un gran huracán atravesó el espacio y me derribó con tanta fuerza que abrí los ojos. Tu no estabas ahí. Estabas en otro templo. Mi pedestal había quedado hecho trizas.


Ahora tu, adoras a otra diosa. Le has construido un pedestal y has creado tu propio ejercito unipersonal para defender tu religión. Y a mi, no sólo no me adoras. No sólo me bajaste del pedestal. Sino que me tratas de diablo vende motos. Tanto tiempo viendo a través de mis ojos y me pintas tan diferente. No fui mala con quien nunca amé. Me has curado palos de quienes amé. Y nunca me alcé en guerra. Y tu lo sabes bien. Y ahora, me dejaste sin podio y sin presunción de inocencia. Debe ser que tu nueva diosa habla un idioma tan diferente que ya es imposible que me leas.


Ahora yo, no me atrevo a cerrar los ojos. Aunque me recen al ras del suelo. Me abrigo con cada brisa. Ahora rezo en mi propia religión politeísta y sin siervos. No hay tanto milagro ni tanto castigo. Hay un olimpo pacífico, alejado de las religiones comunes. Ya no tienes cabida en mi reino, pues eliminaste tu fe en mí.

lunes, 25 de abril de 2016

Silencio

Paro a repostar de tanto suspiro ahogado. Tras un par de horas de trabajo decido hacer una pausa. Para descansar o todo lo contrario. Paro porque el ruido no me deja seguir. Es un ruido en mi cabeza que me acompaña desde la primera noche de tormenta. A veces, apenas lo escucho. Otras veces, como ahora, resulta casi ensordecedor.
Se rompió, se partió. Como madera consumida por termitas, se hizo añicos mi bandera. Millones de pedazos irreconstruibles que barreré cuando tenga fuerzas. Y el polvo que deje, se lo irá llevando el viento.
Se rompió y yo no me di cuenta. De nada sirven ya los remedios, de nada sirven ya los llantos ni los gritos.
Tengo tanto que decir, tanto que expresar, tanto sentimiento encerrado, que lo mejor será callar. Por no herir. Por no herirme.
Un barco a la deriva cochambroso, carcomido y con tripulación fantasmal. Sssshhh que no se oiga ni una mosca. Corremos el peligro de que este viejo transporte se resquebraje y el fondo del mar se vuelva un poco más polvoriento. Sssshhhh calla! No digas nada! Déjate llevar por el oleaje de este mar asesino. Adéntrate en el abismo sin más queja que un suspiro silencio. Guarda bien las lágrimas, no enfurezcas aún más a la mar. Si quieres sobrevivir, pórtate como un muerto. Los sentimientos no existen, sólo son una ilusión tuya. Quédate esa mierda. No se te ocurra expresar. No intentes remar. No intentes nada. Quédate ahí, estática, viendo como las sirenas se llevan todos tus enseres. No te atrevas siquiera a dejar de sonreír, recuerda que tu fuiste una sirena. Sirena torpe que encalló. Afronta tu puto castigo o tendré que cortarte la lengua. Que no quiero oírte. Que estamparé el barco contra la primera roca que vea. No des marcha atrás, ya es tarde. No hay forma de volver a tierra. Ssssshh que no pienses! Que no sientas! Métete tu puta sensibilidad por el culo y deja de joder. Cojones! Abre bien las orejas y escúchame. No te atrevas a ignorarme o provocaré un huracán. Te arrastraré a una isla desierta y, mientras te confías por haber pisado tierra, enviaré sátiros caníbales para que arranquen tu piel de los huesos. Pero sssshh no te atrevas a gritar. Sólo quiero silencio y que me sigas el juego. Quiero llevarme bien contigo, pero no soporto tu voz.

martes, 12 de abril de 2016

Rencor

Creo que todavía no te he perdonado. Mejor dicho, hay días en los que sigo guardándote rencor. No puedo perdonar a quien no se arrepiente, a quien no se disculpa. Por tanto, no se trata de perdón, sino de rencor. Un rencor negro y oscuro. Sucio y desgastado.
No se compone de la rabia roja que inyecta los ojos en sangre y enagena el entendimiento. No se reconforta tramando una dura venganza u esperando la justicia divina del dentino.
Es un rencor instalado en las profundidades del alma. Dónde nunca nadie llega. Dónde yo sólo he conseguido asomarme un par de veces. Se fue alimentando de un amor dulce, amargo y picante. Desprendía un aroma tan intenso que traspasaba las fronteras de la piel.
Como ave carroñera, este rencor fue consumiendo el amor descompuesto que quedó inerte sobre la alfombra.  Incrustada en el suelo se quedó la figura de un cuerpo desmebrado, sobre una alfombra teñida de sangre visceral.
El crimen que originó el desvanecimiento de la existencia no fue el abandono. El abandono puede causar dolor, pero no destrucción. La atrocidaz estuvo basada en las mentiras y el engaño. En alimentar el querer con veneno. En las dudas encendidas a casa paso. El delito al que aulla este rencor, es más cercano a la tortura que al asesinato.
Los lamentos claman por la agonía de un amor amputado. Los gritos ensordecedores aplastan las pisadas y el sonido de las brisas de aire fresco. Las heridas pueden curarse, pero los miembros perdidos jamás se recupera. Tan sólo queda un amor tetrapléjico, que al menos despertó. Que es consciente de que ya no volverá a ser el mismo, que ya no podrá andar, correr o volar. Cuando no enmudece habla muy bajito para no asustarse. Este es el rencor que reclama mi atención, despreocupado de los culpables y ocupado en la víctima. Profundo y grave. Quizá sea la única prótesis que exista para las partes que faltan y no volverán. Quizá sólo llena un vacío eterno.

jueves, 7 de abril de 2016

Melancolía

La melancolía quizá sea sólo un calabobos más. Una fina lluvia de lágrimas sobre un corazón bombardeado.
Quizá la melancolía desaparece con la edad, o con el tiempo, o con ambas.
Quizá tan sólo sea que cumplir los puntos de una lista de logros no es el alivio.
Alivio, para al fin y al  cabo, la soledad. No por falta de "quereres" sino por falta de todo un mundo construido durante casi 26 años.

miércoles, 6 de abril de 2016

Yo artista

Me hice mayor el día que añadir el gris a mi paleta de colores. No era una paleta muy grande, pero sí muy útil. Todo ocurrió como ocurren algunos de los hallazgos más increibles, por casualidad. Mi paleta tenía los dos colores básicos que te otorgan al nacer. El blanco y el negro. El bien y el mal. Esto si. Esto no.
Esta paleta tan básica iba acompañada de un pincel a juego. Un pincel espectacular. Supongo el maestro de lienzos me otorgó una herramienta tan buena en compensación por la paleta que me había tocado. Tal era la calidad de mi pincel, que siempre lograba plasmar con gran acierto aquello que deseaba. A pesar de tener sólo el blanco y el negro. El tiempo fue deteriorando la paleta y deshaciendo el pincel entre mis dedos. La consecuencia de lo primero, fue que el blanco y negro se acercaron tanto, que acabaron tocándose. La consecuencia de lo segundo, fue que la magia pasó a mis manos y la calidad del pincel dejó de ser importante.
Al principio, invertí mucho esfuerzo en limitar mis dos colores y mantenerlos separados. Fueron días duros, en los que la frustración se adueñaba de mi mente, mi cuerpo, mi alma y mi tiempo. Días eternos que acabaron cuando decidí dejar de luchar. Enfrentándome a mi propio pincel, obligué a unirse al blanco y al negro. Un sucio gris emergió en mi paleta aclamando atención. Y domé al pincel hasta conseguir crear obras maestras con tonalidades. Retoqué todo lo que había hecho hasta ese momento y adquirió un volumen sorprendente. De pronto, mis cuadros comenzaron a tener relieve. Los tonos de grises añadían perspectiva y realidad a unos dibujos perfectos en los bordes y vacíos de contenidos.
Esta nueva técnica me llevó a emprender grandes cosas e, incluso, a terminarlas. Me permitió tener total control de mi obra. Dibujé y sombreé multitud de realidades a mi antojo.Y me quedé sin antojos. Era capaz de pintar satisfactoriamente todo lo que podía imaginar. Era capaz de impresionar y que los demás alabaran mis obras. Era capaz, incluso, de reflejar realidades abstractas. Sentimientos. Pensamientos. Sueños. Sueños grises.
Así fue como llegó el día, que sentía que era capaz de pintar más cosas de las que podía imaginar y soñar. Cuando mi paleta dejó de limitarme, la limitada era yo. O al menos, eso creía. Fueron días desconcertantemente tristes. Lo tenía todo (creía tenerlo) y no era feliz. Me faltaba algo que no podía buscar por ignorarlo. Hasta que llegó ella.
Ella llegó, una vez más, por casualidad. Desde el momento en el que cruzamos nuestros ojos, supe que era lo que estaba buscando. Aunque aún no sabía que me aportaría. El aliciente de encontrar sueños que plasmar con mis manos me hizo seguirla por los portales. Entre allanamiento y allanamiento, me lo enseño. Ella tenía todo un arcoiris de colores entre sus labios. En sus ojos. En su risa. En su piel. Jugaba conmigo deslumbrándome con distintas luces. Por fin un día, a oscuras escondiéndonos de la gente, me dio el primer color. Un rojo intenso que puso en mis labios incendíando mi corazón. Más tarde, escondidas en una manta de sofá, me regaló una paleta con muchísimos más colores de los que nunca podría haber imaginado. Una explosión de sensaciones recorrió mi cuerpo y dió sentido a mi vida. Mi obra comenzó a tener vida. A veces una vida radiante y otras desgarradora. Pero siempre vida. Magia y vida. Obtuve unos resultados espectaculares. Tan espectaculares que podían llegar ser o majestuosos o escalofriantes. Tenía entre las manos una paleta tan llena de vida que, a veces, el pincel se volvía loco y perdía completamente el control. A veces, yo también perdía el control de mis pinturas.
Por suerte o por desgracia, esto tuvo un final. Ella se marchó. No lo hizo silenciosamente y despacito. Ella provocó un huracán, un torbellino. Destrozó mis últimas pinturas. Me rompió el pincel y me golpeó duramente con la paleta antes de llevársela. Me dejó desolada, desnuda sobre el hielo. Quemó todo lo que yo tenía. No en una hoguera de madera como el fuego que me provocaba al principio. Era un humo negro, como cuando arde el plástico. El edor es insoportable. Y las cenizas dejan marcan. Arrasó un huerto y lo dejó estéril. Y yo, tonta de mí, metí las manos en el fuego para salvar algún cuadro. Mi piel se consumió junto con todo lo demás y mis dedos, en carne viva, quedaron casi inertes. El dolor se volvió tan intenso como habían sido mis creaciones durante esta época. Ella dió un portazo y me dejó desnuda, vacía, a oscuras. Sin paleta,  ni pincel, ni piel en las manos me ahogaba con mi propio aliento.
A tientas, conseguí encontrar un charco de lodo. Lodo negro entre una oscuridad profunda. Gracias a la habilidad que adquirí de pequeña, pude empezar a dibujar. Con lodo negro entre una abrumadora oscuridad. Completamente desolador, pero al menos no estaba muerta. Así conseguí mantener mi cuerpo vivo. Mi mente, mi alma y mi arte yacían por debajo de ese lodo. En un infierno autoinfligido. Una muerte en vida que amargaba mis noches. Noches que duraban 24horas al día.
Y, de repente, alguien encendió una vela. Después de mucho tiempo, pude ver mi cuerpo. Magullado y desnudo, pero mío.  Extendió su mano hacía mi y yo me resistí. Sin embargo, los ángeles ponen mucho empeño. Ella me agarró y me arrastró hasta una habitación de hotel cálida y confortable. Curó mis heridas a base de besos. Y templó mi cuerpo con el calor de sus caricias. Yo olvidé el lodo por una noche, sorprendida de lo bonito que es sentirse bien. Esa noche me permitiría no pintar.
Y se repitieron más noches de secuestros. Y cada vez se me olvidaba más colorear las paredes de negro. Hasta que decidí abandonar la vida artística y dedicarme a vivir como cualquier persona inmersa en su rutina.
Duró poco, pues ella leyó en mis ojos el destello de las pinceladas. Observo con cautela el recuerdo de las obras que guardaba mi corazón. Y me invitó a retomar mi oficio. Me negué a buscar las herramientas. No podría jamás volver a encontrar colores tan flamantes y brillantes como los que ella me prestó. Y si los encontrara, no podría manejar su poder. Los cuadros serían sangrantes y perturbadores. Ella me consolaba entre sus brazos, colocando una mirada tierna sobre mi alma encogida.
Una vez más, la perseverancia de este ángel, vino a solucionarme la vida. Ella me trajo una nueva paleta y un nuevo pincel. He de reconocer, que al principio, algunos cuadros sólo eran manchas negras. Sin embargo, tenía ante mi un amplio surtido de colores pasteles. Volvía a tener entre mis manos un reto que superar. Despacio, suave. Multitud de colores inofensivos a mi alcance. Ahora puedo volver a rellenar lienzos con magia y vida. Voy construyendo una nueva colección que no explota ni aterra. Una colección que me permite ser artista y persona. Tener arte y realidad. Sumergirme en la magia de mi alma surcando los trucos de su piel. Ya no soy inerte. Tampoco soy una ilusión magica, ni un sueño. Soy realidad. Bonita realidad.

martes, 29 de marzo de 2016

Una noche cualquiera

Tu me quieres con el alma. Yo te quiero con la piel. En tus sueños yo estoy. Yo sueño porque tu estás.

Tu me piensas y te buscas en mi mente. Yo busco tu ombligo con mi tripa.

A ti te sobra el calor. Yo quiero arder en el infierno. Cuerpos fundidos que adquieran nuevas formas.

Tu le pides palabras a mi boca. Yo le pido besos impacientes e infinitos a la tuya.

Tu necesitas dormir. Yo no quiero. Yo no puedo. Yo no puedo.

Tus ojos cerrados. Los míos abiertos
Los tuyos dulces. Los míos salados.

Tu duermes. Yo no quiero. Yo no puedo.

Tu duermes. Yo te espero.

Tu duermes. Yo desespero.

Me muevo inquieta entre tus brazos. Tengo el pecho descubierto de tu cuerpo hasta el monte de Venus y más abajo. Mis formas añoran tocarse con su reflejo sobre tu piel. Pero no se puede. Los abrazos de sentir son imposibles entre tu y yo. Porque tu buscas paz y yo guerra. En tu interior hay orden y cimientos. En el mío, solo caos y abismos.

domingo, 13 de marzo de 2016

miércoles, 9 de marzo de 2016

Cuando no puedas hablarme

Quizá llegue un día en el que no me puedas decir adiós. Ni adiós, ni hola. Quizá ese día tarde mucho en llegar, o quizá tarde poco. Quizá, incluso, ni siquiera sepas cuando sucede. Quizá te acabes enterando días después. Puede que ese tiempo sigas pensando en nombrarme o puede que ya no recuerdes mi nombre. Entonces, lo imposible sucederá y el rumbo de mi sino no causará ningún estrago en el tuyo. No te erizará la piel. No asomarán lágrimas. No ensordecerán al mundo tus gritos desgarradores. No, ya no eres un lazo de vida. Tan sólo algo inevitable.
Yo me convertí en el objeto inamovible que una fuerza imparable saca de su sitio. Puede que entonces trates de buscarme para ocupar un hueco inerte en la estantería de tu destino. Si eso ocurre, será que por fin has comprendido la adivinanza que se planteó en nuestro camino.
También puede que aún con noches en vela, no te consiga mover del sitio. Que la comodidad sea mayor que la pena. Que la pena no exista más allá de una empatia de especie. Entonces, me habré ido engañada rezando un falso credo.
Ojalá el tiempo y el espacio no sea un enemigo de mi causa. Causa que ya no busca su aliado, causa que aceptó luchar sola. Ojalá las nubes oscuras no sean suficiente velo ni los truenos y relámpagos no ensordezcan tu alma. Ojalá seas capaz de ver, a pesar de todo, el valor de aquel tesoro que enterraste. Aunque no lo desempolves y olvides que existe. Aunque no lo quieras ni lo necesites más. Ojalá consigas estimar bien su precio, porque un tesoro desvalorado, deja de ser tesoro y se convierte en chatarra. No quiero abandonar el juego con un pecho repleto de chatarra.
Y si la incertidumbre de tanta duda no te alienta, la verdad es que cuando ya no puedas, no habrá titubeos. Simplemente, no podrás hacer nada. Bajo la tierra, yacerá, inmutable, la chatarra o el precioso y fabuloso tesoro.

viernes, 4 de marzo de 2016

La decisión

Llevaba bastante tiempo pensándolo pero nunca me atrevía a dar el paso. Me parecía una decisión demasiado drástica y que traería muchas consecuencias. Sin embargo, los últimos días mi paciencia se fue agotando y decidí arriesgarme. Ser oveja saltarina de vayas en la cabeza de un predurmiente es una responsabilidad muy grande. Yo había tenido la mala suerte de trabajar para una chica que se dormía enseguida. La mitad de los días me quedaba fuera, sin saltar la vaya. ¡Que pérdida de tiempo tan grande! Sentía que estaba malgastando mi vida. Por eso, ayer decidí escaparme en busca de un insomne que me hiciera saltar vayas.

jueves, 3 de marzo de 2016

La oveja número cuatro

Una vez más sucedía lo de siempre, primero la número uno, luego la número dos, luego la número tres...y así, saltábamos la vaya todas las ovejas en su cabeza hasta que caía dormida. Ser parte de un rebaño es bastante fácil, sólo tienes que hacer lo que hacen los demás.

De nuevo, salta la oveja número uno, después la oveja número dos, le sigue la oveja número tres y...la número cinco grita espantada porque la oveja número cuatro se ha perdido. Nadie sabía dónde había ido ni cuándo había desaparecido. El problema de no saber dónde se hallaba la oveja número cuatro es que todas las ovejas habían parado de saltar la vaya en la cabeza de ella. Si no reanudaban la marcha, ella no podría dormir. ¿Pero cómo reanudar la marcha si se había perdido un miembro del rebaño? Había que encontrarla lo antes posible.

El problema es que este rebaño de ovejas era un poco vago, y decidieron esperar a la próxima noche para buscar a la oveja perdida. Dejaron así a su bella durmiente en vela, tratando de imaginar dónde habría ido la oveja número cuatro y que divertidas aventuras estaría viviendo.

martes, 1 de marzo de 2016

La seta

Esta es la historia de una seta aburrida. Aburrida, triste y solitaria se la describía en todos los cuentos inventados para sapos. Sin embargo, estos sapos con ojos enormes no eran capaces de ver más allá de lo visible. Lo visible era que había una única seta alrededor de la charca, que de vez en cuando le salían lágrimas y que no hacía nada en todo el día.
Estos acontecimientos divertían mucho a nuestra señora seta. Lo cierto es que ella jamás lloraba, era el rocío del amanecer las gotas transparentes que recubrían su rostro. De hecho, estas gotas la impregnaban de un frescor tan vigorizante que le hacían sentirse invencible ante cualquier viento e, incluso, animal. Ilusamente, ella pensaba que sus esfuerzos mentales por alejar las bocas de su ser daban resultado. Y, cierto es, que de momento, nadie se atrevió a pegarla bocado, pero poco tenía que ver con su habilidad telequinésica. En cuanto a la tristeza que se le atribuía, estaba bastante lejos de ser cierta. ¿Quién no sería feliz respirando siempre aire puro, creyendo que tiene superpoderes y sin tener que mover un dedo para nada? Los estúpidos sapos, por supuesto.
A tal punto llegaba la ignorancia de estos amigos anfibios, que un día uno se acercó con buenas intenciones a la señora seta. Intentó dialogar con ella para hacerle más entretenida la mañana. Sin embargo, los hongos no dan mucha conversación, por lo que el sapito acabó aburrido y la seta apenas se inmutó. Antes de irse, el sapo incurrió en una última provocación y le dijo a la seta, mientras le sacaba la lengua: "Aaaumm", "Aaaaumm" y se fue. Este  disparatado suceso, causó gran regocigo en la seta que decidió plasmarlo en su memoria con la siguiente canción: "Aaaaumm me dijo un sapito, aaaaumm me dijo un sapito...dos sapitos hacen um aum aum".

lunes, 29 de febrero de 2016

29 de febrero

La noche estaba iluminada por multitud de estrellas sonrientes. Era una noche especial y, como todo lo excepcional, esquiva. Por eso, no se repetía con frecuencia. De hecho, tan sólo se asomaba cada cuatro años. Iba juntando los restos que le sobran a cada año para después transformarlo en una noche brillante. Brillante pero no como el arroz, que no se pasa, la noche del 29 de febrero se pasa dejando tras de sí un mesecillo loco.
Las cigüeñas se han hecho con los tejados y escuchan los encargos de mediados de mes. Es bonito empezar superar la cuesta de enero celebrando la versión comercial de cupido. Es bonito encontrar corazones que se refugian en ese recuerdo para reír en los días grises. Será por eso que febrero es el loco, porque el amor nunca tuvo cordura, porque es el único que cuenta con un día que baila.
Sin embargo, situarnos en la ultimísima noche de febrero no debe desilusionarnos, pues marzo trae vientos frescos de esperanza y felicidad.

domingo, 28 de febrero de 2016

El cuento feo

Érase una vez un cuento feo. Nadie sabe quien lo escribió ni si era ficción o realidad. Érase se una vez unas letras oscuras que navegaban entre las mentes más llenas de vida. Se alojaban disimuladamente entre las rocas del subconsciente y emergían cada noche provocando marejadas y tempestades.

Este cuento feo, lleno de letras oscuras, se creía invencible e inmortal. Se jactaba de su poder machacando realidades repletas de felicidad. Sin embargo, había alguien que no se daba por vencida. Una mujer seria, muy seria, muy muy seria, realmente seria, capaz de decir tres veces seguidas y sin reírse "pío, pío pajarito, pío,pío pajarito". Esta mujer, que además era un poco creída, pero porque podía, decidió plantar cara al cuento feo, tan feo que era horrendo.

Su estrategia fue seguir la sabiduría popular y, ya que no podía con el enemigo, se unió a él. Por eso, y porque siempre le habían llamado la atención los feos(con alguna excepción), decidió seducir al cuento feo. Fueron unos meses muy duros, disimulando insultos como si fueran piropos. Al final, consiguió enamorar por completo al cuento feo. De este modo, le tenía controlado, ya que le pedía de forma sugerente que no molestase a nadie. Se lo quedaba sólo para ella, protegiendo y cuidando al resto de personas con mentes llenas de vida.

Y, así fue, cómo poco a poco, el horrible cuento de letras oscuras fue alejándose de las gentes y dejó de molestar e incordiar las noches de la gente de bien.

miércoles, 24 de febrero de 2016

No amanece...

—¿Amanece? —Si. —¿Amanece? —Si. —¿Amanece? —Si. —¿Amanece? — . —¡¿Amanece?! — . —¡¡¿Amanece?!! — No. — ¿ No ? — ¡ No ! — ¡¡¿ No ?!! — ¡¡ No !! — ¡¡ Amanece!! ¡ Amanece! ¡ Amanece! No amaneció ni volverá a amanecer. El sol no acudió a la demanda de luz. Se hizo de noche a media mañana y permaneció así. Ese insólito comportamiento llegó para quedarse plasmado. Una foto nocturna que envuelve a sus protagonistas en días oscuros, sin astros brillantes que iluminen los caminos de siempre. Sin embargo, las pupilas se abrirán a paso lento. Adaptaran los ojos al negro perpetuo hasta que sean capaces de distinguir las formas. Siempre será de noche, pero volveremos a ver.

viernes, 12 de febrero de 2016

Deja de buscar y déjate sorprender

Cuando menos te lo esperas, dónde menos te lo esperas. Sin un porqué pero con mucho sentido. Deja de indagar en el lugar equivocado. Lo buscas no existe en el mundo que te ofrezco. Sólo lo encontrarás paseando por las calles con cualquier mujer impregnada de películas holliwoodienses. Quizá también lo veas en las parejas que recrean escenarios inventados por otros. 

Yo puedo darte algo que aún no deseas. No es un intento de frustrar tus caprichos. Es la clara intención de crearte caprichos que nadie antes imaginó. Y una vez que yo te lo dibuje, no podrás pensar en otra cosa...hasta que vuelva a sorprenderte con otra escultura. 

Perdona la soberbia, pero tan sólo pretendo que dejes de buscar para poder impregnar de emoción tu vida. Que cada regalo cale en tus sentidos y no se queden olvidados.

martes, 9 de febrero de 2016

La ardilla Heidi

Había una vez una ardilla llamada Heidi que nació un poco defectuosa. Aparentemente era como otra ardilla cualquiera, sin embargo carecía de una habilidad esencial. No lograba aprender a hablar. Era curioso ver como podía comunicarse con otras especies mejor que ninguna ardilla y, sin embargo, no conseguía dialogar con los suyos. Tenía buen corazón pero un poco de mala pata. Su dificultad con el idioma provocó que muchas ardillas no quisieran estar cerca.
Con los años, esto le dolía y frustraba cada vez más. Seguía sin resolver el misterio de porqué no entendía a las otras ardillas, ni las demás la entendían a ella. Heidi decidió entonces hacerse fuerte y refugiarse en los árboles de la zona. Ellos eran distintos y eso le encantaba a Heidi. Encontró entre los árboles un buen lugar dónde existir, por eso, decidió agradecérselo cuidando de ellos de una forma especial. Puso tanto empeño y cariño que pronto se convirtieron en unos árboles frondosos y espectaculares. Eran los árboles más preciosos que jamás habían existido. Irradiaban tanta belleza que parecían mágicos. Los árboles, encantados, le sonreían y alegraban la vida. La ayudaban con el idioma y protegían de las inclemencias del tiempo.
Sin embargo, no todo era prefecto. Heidi soñaba con poder ser una ardilla normal y ponía mucho empeño en ello. Incluso en los juegos en los que tiraban piedras (Heidi no entendía porqué), se las guardaba, en lugar de lanzarlas de nuevo. Recogía todas las piedras que encontraba para evitar que dañasen a alguien. Así iba acumulando piedras. A veces, acumulaba tantas piedras que le costaba andar y su rutina de regar y cuidar los árboles se hacía dura y peligrosa.
Un día, cargaba con tantas piedras, que tropezó y se cayó. Todas las piedras salieron disparadas y golpearon al árbol más cercano, rompiéndole un par de ramas. Cuando se levantó del suelo, Heidi vio con impotencia las heridas del árbol y se apresuró a curarle.
Con el tiempo, fue mejorando el equilibrio y construyó varios útiles para sujetar mejor las piedras que cargaba. Sin embargo, sus esfuerzos no lograron solucionar el problema completamente. Siempre acababa tropezando y dañando al que tenía más cerca, es decir, a sus amados árboles. Viendo que después de tantos años no lograba encontrar la solución, la pequeña ardilla Heidi decidió alejarse para evitar volver a hacer daño a los que más quería. Y, así fue, como la pequeña ardilla emigró sola al desierto, dónde sólo hay inerte arena.

lunes, 8 de febrero de 2016

El árbol ardillado

Érase una vez, un árbol que creía lejos de cualquier civilización. La compañía más amena con la que contaba eran unas ardillas que vivían en los alrededores. Éstas ardillas se pasaban el día jugando por allí y, de vez en cuando, interactuaban con el frondoso árbol.
Había algunas un poco traviesas. A menudo, le tiraban alguna piedrecita y se reían de sus quejidos. El árbol, a veces, se quejaba exageradamente para verlas reír, pues algunas chinas apenas le rozaban. Otras ardillas, se tiraban piedras entre ellas, y cuando fallaban, daban al árbol. Había una ardilla muy especial. Siempre se portaba bien con el árbol. Le cuidaba con mucho mimo y atenciones: le regaba todos los días un poquito, le protegía del frío en invierno, le defendía de las plagas de insectos, le podaba para que estuviese guapo...
Un día esa ardilla estaba se puso muy muy roja y le salía humo por las orejas. Ese día, el bonito árbol vio, incrédulo, como una enorme roca le golpeaba el costado rompiéndole varias ramas. No pudo entender cómo su ardilla preferida, a la que más quería, la que tanto le cuidaba hizo algo así.
Pasados unos meses, el árbol ya estaba recuperado, gracias también a los cuidados de su ardillita, la cual estaba muy arrepentida. El árbol la perdonó y todo volvió a la normalidad.
Unos años después, el árbol volvió a recibir un duro castigo inesperado por parte de la ardilla. Acabó perdonándola, por lo buena que era otras muchas veces y porque el también le falló alguna vez, pero aprendió una lección. Debía estar preparado para recibir un duro golpe de vez en cuando o alejar a esa ardilla tan especial para siempre

martes, 26 de enero de 2016

Absurdo.

domingo, 17 de enero de 2016

De princesa a reina

Anoche me acosté princesa, princesa guerrera, pero princesa. De esas que se describen como si desprendiesen luz por sí mismas. Una luz que me alumbraba suficiente para luchar sobre cualquier escenario.
Anoche me acosté siendo una preciosa princesa y hoy me levantado siendo una abrumada reina. Dejé de ser princesa porque ya no ilumino, ya no soy la misma chica irresistible. Sin embargo, ahora me encuentro en un reino más grande, más rico y menos peligroso. Y soy reina porque me han alzado a hombros. He llegado la última a una ciudad construida y organizada y me han colocado en el trono vacío. Como si llevasen tiempo guardándome el sitio. Consciente del trabajo que conlleva reinar sobre un pueblo sabio, acepté el gran honor. Abrumada de por las ofrendas y la confianza que depositan en mí. Abrumada por el miedo a decepcionar y no estar a la altura. Abrumada pero Reina, reina como nunca antes me hicieron sentir, reina como nunca antes había sido.

jueves, 14 de enero de 2016

El gran fraude

Yo no quería saberlo, al menos no cuando no lo sabía. Ahora que lo sé, no sé qué prefiero. Me lo dijeron sin que yo preguntase, "los Reyes Magos" no existen. Tarde un poco en reaccionar y negar fervientemente esa afirmación. Tras mi testaruda negación, las evidencias flotaron sobre mis narices. Efectivamente, era imposible que existieran esos personajes a los que tantos años confíe mis ilusiones y por los que tantas veces me porté bien.
Con esta revelación, llegaron otras decepciones en cadena, como Papá Noel o el ratoncito Pérez. Y, por consiguiente, dejé de creer en la magia. Nada más triste para una niña que perder la ilusión de la magia.