Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

domingo, 19 de octubre de 2014

       Desde lejos no se aprecia bien, tan sólo la tenue luz que invita a acercarse. Necesitas mirar desde unos pocos metros para detectar ese pliegue tan sutil. Una pequeña incisión, enmarcada entre ese par de pliegues un poco más oscuros. Yo estaba a tan sólo unos pocos centímetros. A menudo los espíritus se manifiestan e intentan sellar esa pequeña apertura. Los gases que emanan de allí tienen un efecto gigantesco en comparación con el tamaño de la hendidura. Sin embargo, yo, o más bien el halo de personalidad que me tocó representar, estaba más en contra del aparato inerte en el que vivía esa inútil grieta. Deseaba tan sólo agarrar una de esas protuberancias que lo rodeaban y sin dudar un instante, tirar, y tirar, despegando la capa que cubría un trasto inservible. Pero nunca lo intenté. Fantaseo una y otra vez, con arrancarme la piel, salir de ésta cárcel que he ido alimentando y dotando de movimiento, pero esa capa que me delimita sigue pegada a los mismos rincones.

          Escribo sin ganas, y ya no me parezco tan brillante, ni siquiera estoy segura de conservar algo de luz. Tan sólo intento volver al refugio que una vez encontré, aunque esta vez no tengo asegurado el éxito. Lo definiría como cansancio, es agotador, no tener ganas de vivir, realmente quema. No es una forma de ser blanda, simplemente, no es lo mismo querer morir, que no tener ganas de vivir. Al menos, si mi objetivo fuera la muerte, tendría algo por lo que luchar y lo que perseguir. La muerte, pertenece a los vivos, no hay vida sin muerte ni muerte sin vida. Yo estoy todavía más vacía. No quiero morir. No quiero vivir. Se me gastaron las ganas de ser.

         Tal vez, la única forma es escribir, escribir como dejaría de vivir. Escribir lo que mi mente recrea como única alternativa al hastío. Quizá a partir de ahora, empiece a escribir las crónicas de mis "auto-homicidios".