Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

lunes, 4 de noviembre de 2013

A la mierda el dormir

Debería irme a dormir, pero no me da la gana. Estoy hasta los cojones, harta, hasta el moño, negra y las mil formas de decirlo que haya. ¿Para qué dormir si despierto en una puta mierda de mundo? Estoy hasta los cojones, harta, hasta el moño.
Zas, patada en la boca, sí, eso he recibido. Una gran lección de humillante humildad. Yo que me creía inteligente, capaz de entender complejos algoritmos (sin llegar a ser muy complejos) en poco tiempo. Capaz de sacarme una doble ingeniería mientras curro y salgo de fiesta. Capaz de pasar los cursos de instituto sin apenas estudiar. Yo, que además me creía con una gran capacidad empática (aunque luego no fuese alguien excesivamente piadoso). Llegan los más tontos del barrio y me envuelven en un puto laberinto indescifrable. Indescifrable para alguien como yo, supongo, porque el resto lo tiene absolutamente claro, tiene absolutamente claro que soy la mala y culpable de todo. Y la otra mitad, tiene clarísimo que tan sólo se trata de envidiosos. ¡Una puta mierda! No es envidia, es maldad. ¡O yo que coño sé!
Es superior a mí, enfrentarme a este crucigrama. ¿Cómo es posible que alguien no sea capaz de hablar un problema a la cara con su mejor amiga? ¿Cómo es posible, que yo, sin saberlo, sin ninguna intención y sin tener una mínima pista de qué pasa, haya hecho algo tan horrible? Tan horrible para que mi mejor amiga siga inventos y chismes, hable mal de mí a mis espaldas y no sea capaz de decírmelo a mí. Tan horrible, que los únicos que articulan algo son sus dedos, para escribir por wasap un montón de mierda en un grupo para hundirme. Tan súmamente horrendo debe ser, que en privado, las escusas tienen que ver con que no les cuento que tal follo, o cuanto quiero a los que pasan por mi cama, o simplemente, que no les cuento de mi vida. ¿Cómo puede ser eso tan espantoso? Ni el rey de los cotillas sería capaz de imponerme una pena tan dura.

Debe ser pues, que esa no era la cuestión, y eso es lo que me mata. El no lograr comprender y que nadie me intenté explicar de buena fe y sin apuntarme con un dedo acusador. Las (escasas) explicaciones que he recibido, han sido formuladas desde terceros, a los que les han llegado versiones de los que se suponen eran mis amigos. Y el objetivo era tan benévolo como alimentarse de marujeos para poder llenar riéndose de otros su propia vida vacía.

No lo entiendo, no soy capaz de comprenderlo. Debo haberme vuelto tonta o siempre lo he sido. ¿Qué más da? Si no importa que yo no entienda este mundo mientras sucumba a sus delirios. La pena no es haber perdido una amistad que yo consideraba importante e imprescindible, pues me ha demostrado que mejor sin ella. De hecho, aquí cobra todo su sentido la expresión "con amigos como vosotros no se necesitan enemigos". La pena, lo que me inunda de tristeza y desasosiego es ser un gato escaldado. Soy incapaz de confiar en nadie, sea familia, amante o amigo que no ha fallado. Los que están cerca de mí tiene que aguantar toda sería de improperios e impertinencias que les acusan por adelantado. Y aunque me calle, no quiero vivir así. No tengo por qué, no me lo merezco. Si tan sólo tuviese una explicación, me bastaría para diferenciar. Ya no tendría buenos amigos como los de entonces hasta que un día me fallaron por completo, más que fallar, fueron a por mí. Tendría buenos amigos que se diferencia de aquellos imbéciles, cobardes, hipócritas y sinvergüenzas.
Ni siquiera entiendo el fin que buscaban, ¿realmente pretendía dejarme sola eliminando a 4 fitipaldis? ¿O simplemente les estorbaba en ese grupo porque no alababa al mismo señor? ¿Pretendían algo o sus malvadas mentes solo pensaban en reírse y que yo aceptase todo tipo de burlas? No lo entiendo.

No entiendo. No lo entiendo joder. Estoy hasta los cojones de que nadie me devuelva de una puta vez la confianza que me robaron.

domingo, 7 de julio de 2013

La vuelta

Vivo en un lugar donde las horas de la madrugada salpimientan los escenarios. La función comienza pasada la media noche. Los minutos apresuran mis caricias que van cayendo de forma cotidiana. El placer debe esperar un momento mejor. El cansancio corrompe la espera pasional dejando oír el sonido de las máquinas. Y bajo la nana calurosa del verano madrileño frente a mi un rostro muestra el horror a mis espaldas. Un instante de temor deja la decisión de mirar atrás en duda y ella me salva la vida. Fugazmente desacomodó su cuerpo para eliminar a mi peculiar acechador.

Tras este acto heroico, un segundo villano aprovecha la ocasión para birlar su lugar a mi salvadora. Las risas se disparan cerrando con esto el primer acto.

El segundo acto es más conmovedor pues versa sobre el amor. Los actores principales se están quedando dormidos en los fuertes brazos de sus incansables padres. De fondo, algunos extras representan otra estación. Es una pareja que descansa de amarse al subir al autobús para volver a hacerlo con más ímpetu en la oscuridad de la tierra firme. Es entonces cuando me doy cuenta de que te profeso un amor distinto. Ya no tengo hogar. Mi casa no tiene una dirección, estará donde estés tu. Al menos durante estas escapadas para descansar. Tan solo temo que este amor nuestro sea por siempre un animal nocturno.

Y con estas palabras doy fin al tercer acto.

viernes, 31 de mayo de 2013

Hoy cambiaste mi día

La niebla envuelve las calles por donde paso, espesándose hasta que logran hacerme notar la humedad. Sensación que cala mis huesos debilitando mi erguida figura y dificultando mis pasos. Parece que ha llegado desde otro mundo a ponerme al tanto del paso del tiempo. Más mayor, más sin vuelta atrás. Menos capaz. Cierro los ojos a ver si con eso consigo que tu olor llegue a mí. Para seguirte aunque me choque. Débilmente llega tu aroma a mis sentidos y me siento menos perdida pero aun las nubes no se marchan, y se empeñan en ennegrecer. En el límite de mis fuerzas decido prender fuego y de repente, lo oigo. Una melodía que atraviesa la bruma y dice que el sol está de camino, pero mientras tanto me conforme con su olor, con la mano que me agarra y con este canto. Lo mejor, que de momento no necesito nada más, suficiente para caminar a ciegas sin miedo por unos días.

sábado, 27 de abril de 2013

¿Qué hago ahora yo contigo?

No sé si te quiero, sé que no te amo y que tampoco te deseo. No quiero entrar en tu órbita ni usar tus gafas para ver el mundo. No me gusta sentir que te quiero, pero tampoco sentir que te puedo hacer daño. No quiero que me pegues nada, pues tu hermosura no es compatible con mi carácter.
Bailas alrededor de los sueños, como ninfa perdida juegas en tu tablero que no es el tuyo.
Revoloteas sin rumbo, alegre en tu inconsciencia cuando sacias tus deseos, con la desdicha a cuesta cuando el mundo no se postra a tus pies. Mal golpe del destino que viró tu rumbo hacia el limbo de los olvidados, donde todo es humo. Humo que me atrapa y me envenena. Tan entretenida en su olor que me cuesta darme cuenta de apenas veo. Te conviertes en estela, fantasma, no existes por ser ente, sino por el halo que desprendes a tu paso. 

Intenté tirar de tu mano para traerte a mi mundo, pero no me di cuenta que era yo la que me elevaba. Tanto subí que rocé tus labios y el embrujo de tu saliva me dejo inconsciente. 

Ahora, de vuelta a mi mundo, sé que no quiero volver, pero noto tu presencia fantasmagórica allá por donde voy. Como nudo que tratas de ignorar te llevo a mi vera esperando mis momentos de debilidad. 

Me matas, me haces perderme, me vuelvo vulnerable y pierdo el rumbo. Cada vez que te busco vuelvo magullada y sin aliento. Consumes mis esperanzas y debilitas mi latidos. No tienes nada bueno que ofrecerme, y yo a ti si. Me lo quitas todo y lo tiras, desprecias mi mundo y me hundes. Aletargada me dejas cada vez que me tocas y si no fuera tu hace mucho que estaría lejos. 

Sin embargo, entre todo lo que tengo, o tenía, que es mucho y lo necesito, falta una sola cosa. Y esa cosa sólo la encontré en ti. Ya no sé si es que no supe verlo en los demás o que fuiste tu quien me enseño a verlo. ¿Cual es el precio que estoy dispuesta a pagar? Me vuelvo loca al comprobar que cuando escucho "tantísimas cosas tan bellas" de su boca provoca que mi corazón tan sólo pueda imaginarnos con las piernas entrelazadas. Sólo en ti encuentro la sal que le falta a mi receta perfecta...Pero me sale cara, muy cara, y es más sano comer sin sal, aunque menos sabroso.

miércoles, 10 de abril de 2013

Otra noche más

Música, luces y empieza el show. Vuelvo a recogerme en el abrigo de lo conocido, tras la máscara del anonimato. El mundo real hay días que me estorba, me vuelve loca y me confunde. No sólo no gira a mi son, sino que además me hace girar al suyo. Aquí soy yo la que giro y la barra la que me soporta. Amante sin pasión se tornó el paso del tiempo, que para soportarnos tuvimos que hacer un trato. Tan simple como absurdo, pues yo tengo que aguantar al día para que la noche me aguante a mí. Ingrata de mi, siempre pienso que salgo perdiendo. Pero yo no tengo culpa de que mi boca le cante a los astros más lejanos. Creo que esta noche me dejaré los tacones puestos, para dejar que se puedan imaginar mis pies.

sábado, 6 de abril de 2013

El show

Cada noche es como la primera vez, mis pies caminan nerviosos y un instante antes de salir, mi corazón da un vuelco y mira hacia atrás. La verdad, que no todo el mundo comprende por que sigo haciendo esto, más bien apenas puedo contar con el apoyo de un par de personas. También es cierto, que a veces tengo la impresión que su apoyo no es sinónimo de entendimiento. Pero, ¿quién soy yo para guiarme por unas normas que no inventé?

Mi actitud lidia con la linea de la moralidad, e incluso, mi comportamiento podría parecer irónico...pero ¿qué es la vida sino una ironía? Vives para morir. Al final, tanto a los buenos como a los malos nos comen los gusanos. Perdona que me desvíe, pienso más de lo que hablo, por eso a veces me distraigo de lo que estoy contando. Sé que no entenderás que cuando me subo al escenario, los de abajo no sois personas, para mí tan sólo estáis a mis pies, viendo lo que yo os quiero mostrar. Incluso, un gran porcentaje de vosotros lo estará viendo doblemente. Gritáis y sabéis que llegará lo que deseáis. Me convertís en el objeto de vuestro deseo mientras yo acompaño la música con el ruido de las cremalleras al bajar. Vosotros no lo oís, pero yo me detengo en el sonido de los botones que desabrocho y la ropa que va cayendo. Alguna vez, pícaramente, os lancé alguna prenda. Entonces, pensáis que esa noche estoy especialmente generosa, pero en realidad, tanto sólo quiero despistaros. Y cuando ya no queda sobre mí más que mi piel, la barra se convierte en mi esclava, o al revés, depende de cuantos chupitos me tomé antes de subir. Los curas me niegan el cielo porque dicen que me vendo, no se dan cuenta de lo equivocados que están. Venderse es rendirse a la voluntad de otro por dinero, o por cualquier otro bien material. En mi caso es al revés, yo elijo cuando me desnudo, yo elijo como, elijo los pasos que doy, elijo hasta mi color de pelo en cada show y hasta si me excitaré imaginando que el más apuesto de los presentes sube y le envuelvo en la cortina de humo que tengo formada o si, por el contrario, miraré a todos con desprecio desde mi posición superior.

Sin embargo, amigos, no os confundáis, ser striper no es sinónimo de no tener vergüenza ni siquiera de ser poco pudorosa. La intimidad es algo bien distinto que un escenario dónde las luces, el ambiente, la posición y los litros de alcohol acomodan la realidad a los sueños de todos, pero jamás muestra los lunares de mi cuerpo, ni la tensión en mis músculos, ni siquiera es real la expresión de mi cara. En la intimidad, no hay efectos especiales, desnudarse supone mucho más. No bailo, ni la barra es mi cómplice, y en el show no sólo mando yo. En la intimidad, yo veo la cara del otro, me enfrento a su juicio y al mío propio. Esa clase de desnudo no es comparable, y por tanto, es mucho más valioso. Sé que resulta difícil comprender como una striper puede tener problemas al desnudarse, pero a mí, lo que me resulta increíble que alguien se sienta con el derecho de exigir verte en tu verdad, en tu realidad. Si tanto deseas verme hasta el alma, aprovecha mis shows y juega con tu imaginación, pero mi desnudez real no se vende, ni por una casa, ni por un matrimonio ni por un beso. Si tu te desnudarías delante mía por estar en privado, allá tu con tú, pero yo no te voy a pagar por ello y mucho menos con algo que no vendo.

Por último, para rellenar este escenario, diré que es mucho más difícil desnudar el alma que el cuerpo. Que tomo a las letras como esclavas pero mis sentir lo guardo para las verdaderas intimidades.

El show ha terminado.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Tu espalda

En mi lienzo hoy sólo caben trazos abstractos. La perfección del realismo agotó mi entusiasmo y esfumó mis sueños como una nube tras la lluvia. Los segundos que me arrastran van cayendo y diluyéndose sin sentido alguno. Afanoso reloj de la costumbre, sol que no cesa de salir tras escaparse. Y me descubro en aquel rincón de la intrascendencia echando de menos tu espalda. En mis miradas a las musarañas rememoro las visiones de esa parte de tu cuerpo que, sin ser especial, lo es todo. Me encantaría volver a acariciarte mientras la miro recorriendo esa disimulada cordillera montada en besos. Añoro tus manos sujetando las mías si te abrazo y me vuelve loca no poder dormir con tu olor. Con mis pinceles pintaría en este instante tu espalda, para ver como te giras a mirarme con una sonrisa medio cubista a causa de la postura. Mezcla de sudores que un día impregnaron mis sábanas y ahora tan solo cala mi memoria. Caricias que saltan tu ombligo y se remueven jugando a querernos. En estos sueños, el tiempo transcurre despacio para darme tiempo a paladear el sabor de dormir a tu lado tras haber caminado con mis dedos por toda tu espalda.  Pero, antes de terminar, tan solo quiero dar la vuelta al caballete para robar un beso tierno al color rojo de tu paleta.

domingo, 10 de marzo de 2013

Se acabó

Últimamente los fines de semana están siendo completitos, muy completitos. Aunque he de reconocer que este me está dejando mejor sabor de boca que los anteriores. Ysí, puede resultar egocéntrico e incluso absurdo alardear pero he escrito muchas veces cuando las cosas fueran mal y ahora quiero brindar porque no siempre tiempos pasados fueron mejores. Este será mi brindis hoy.

Llevo tiempo queriendo deshacerme del mal olor de una comida que un perro digirió por completo que pisé y se quedó pegada al zapato demasiado tiempo. Ese olor es el dolor de la pérdida, del desconcierto y el rencor clavando sus deseos de venganza. Y por fin, por fin, como por arte de magia, desaparecieron los clavos. Alguien me dijo una vez, que llega un día en el que haces "chas" y desaparece todo. Tenía razón y me ha ayudado la persona más inesperada.

Y puede que sea mala, pero después de haber sufrido tanto, necesito reírme de ello y regodearme si es necesario. Como un niño con un descubrimiento nuevo que lo repite insaciable hasta el siguiente descubrimiento. 

He de reconocer que no lo logré sola, me ayudó algún verdugo. Ese que se empeña en saber más de mi vida que yo. Lo siento, pero no puedo parar de descojonarme (además sin cargo de conciencia porque sé que todos harán lo mismo). Que tengo que estar como ellos digan ¡Oye! Tanto tiempo buscando la manera y al final era tan simple como eso, quitar el baño de oro a las joyas falsas, porque duele perder sólo lo que se considera valioso, y odias a quien te lo quita. Pero cuando no vale nada, te quitas un gran peso de encima. Es divertidísimo que te acusen y se empeñen sobre todo cuando sabes que se están delantando más. Es que me imagino a alguien, en su casa, hundido en digestión de can con el móvil en la mano y deseando que lo que piensa sea cierto, que la otra persona esté peor. Me arrepiento de haberlo hecho mal, la verdad, sobre todo porque no llegase a ver con sus propios ojos cuán equivocada estaba. Lo que nos pudimos reír todas las personas a las que se lo enseñé (cada uno que piense lo que quiera aquí). Si fuese mala persona me reiría también del falso melodrama que me contaste pero no, eso en realidad me da pena. Además es muy triste poner todo el esfuerzo por alguien y que ese alguien ponga menos del que tu esperas, duele, lo sé, lo he vivido. Pero inoportuna más todavía, intentar mentir y jugársela a alguien y que te salga rana. Y lo peor, que salga gratis, porque no hice ningún esfuerzo. Será el karma. 

Supongo, que o dareís con gente que siga vuestra misma mierda de "educación" (entendiendo esto como no decir palabrotas) antes que ser buena persona o con otras personas no sereis igual o que definitivamente no soportaís que haya nadie a vuestro lado mejor que vosotros y os juntareis con gente de vuestra calaña. Tanto protocolo y tanta mierda! Las mentiras en buen tono siguen siendo mentiras, las "triquiñuelas" con maldad a base de buenas palabras siguen siendo maldades. Algunos con dolor en su corazón me han dicho que soy tonta, no querían ofenderme pero les resultaba increíble que todavía siempre encontrase alguna virtud, o alguna forma en la que los hechos fuese un suceso de malentendidos y ellos tuviesen buena intención. Debe ser que piensa el ladrón que todos son de su condición, aunque esta vez el ladrón sea bueno.

Gracias por todo lo que me distéis durante los años que no estabais frustrados, eso me lo llevo. Gracias también por algún regalo que me ha llegado muy a pesar vuestra. Gracias por haberos ido, que he dejado de volcarme en gentuza para volcarme en personas con mayores valores morales. Y sobre todo, gracias por haberme dado la clave para que todo esto deje de dolerme.

sábado, 9 de marzo de 2013

A ti

Hace unos días escuchando la radio una canción me llevó hasta ti. Más que la canción fue el artista, ni siquiera recuerdo nada de lo que cantó. Sin embargo, hace tiempo que ese artista me transporta hasta ti. Por eso y porque creo que nunca te lo hice saber, hoy quiero dedicarte esta entrada. Aparentemente, tu piel es transparente y no haces ruido al caminar. Tan sólo, un grano más en una playa de gran oleaje. Imprescindible para componer ese exacto paisaje pero nadie repara en ti. Y sin ser la más nada, has conseguido que los pasos silenciosos que has dado a mi alrededor me dejen huella eterna. Gracias por ir poniendo una mano en mi camino que cubran algunas esquinas, por hablarme sin tabúes y por defenderme a pesar de no tocarte ese trabajo.
Quiero decirte, que aunque el feeling pueda parecer poco y que la distancia y los horarios nos separen, recuerdo cada tesoro que me has legado en forma de consejo, y agradezco cada valentía que protagonizaste en mi nombre.

Siento que quizá no entiendas del todo estas letras, pero al igual que los sueños son difíciles de dibujar, los sentimientos toman mejor forma en este estilo.

Te quiero Ana, y eres una flor muy importante en mi ramillete de cuatro.


domingo, 3 de marzo de 2013

Se me olvidó que era artista

Hoy he recordado, que de niña dibujaba muy bien, de hecho me siento orgullosa de como dibujaba, y de adolescente, no se me daba mal escribir. Sin embargo, de adulta, parece que he olvidado hacer. Me pregunto si es que entonces era menos exigente, pero lo cierto es, que aunque quisiera, creo que no sería capaz de repetir obras tan buenas. ¿Acaso con los años nos volvemos torpes? Mas bien puede ser que nos olvidamos de sentir, dedicando el tiempo a cosas importantes. ¿Cómo va a ser importante buscar la felicidad expresando sentimientos? ¡Qué va! Los adultos, no tenemos tiempo para escuchar, no podemos parar a ver, tenemos que coger el tren que nos lleva hacia el futuro.

domingo, 17 de febrero de 2013

Adicta

La lucha siempre está en el mismo lugar. Se sitúa en el frente que divide lo presente y lo futuro. Todos buscamos momentos embriagadores que alejen nuestra alma de nuestra vida. Una vida cotidiana, que la sobriedad apaga.

El camino, consiste en buscar nuestro propio elixir embriagador. Uno que sea lo más inocuo posible. Uno que no nos presente problemas. Pero estas patatas saladas se frieron en aceite de requemado. Y aparece un camino fácil, e inmediato. El alcohol. En el presente alivia soledades, depresiones, problemas y hasta te convierte en lo que no te atreviste a ser. Y aún no curando nada, simplemente te proporciona ese pequeño éxtasis que le falta a tu vida.

Sin embargo, nada es gratis. Las copas se adueñan de tu vida, mientras dura son tus dueñas y cuando pasan dejaron sus huellas. Permuta tu psique y tu físico. El entorno se vuelve diferente. Todo cambia y el cambio siempre pide más.

Tras varias nieves, en el frente comienza la batalla. La consciencia llegó para avisar del peligro. Y el alcohol se alió con la adicción.

Te sientes genial cuando vences alguna batalla, pero el halo embriagador no abandona la llamada. Los "¿Por qué no?" luchan contra los "Sé que no está bien.". Joder, ¿dónde se separa el límite del placer y el perjuicio?.

Saber que no es lo que quieres pero que te atrapa. Un bucle infinito al que he decidido ponerle un break  y algún día tendré que quitarle los "if...then...else".

Él

Desde la punta del tacón, sube por las caderas, toca la espalda y desemboca en ese escalofrío inigualable en la nuca. Un recorrido repetido tantas veces que ya apenas dura un segundo. Pero es un segundo tan intenso... Le intento esquivar, le intento evitar y cuando le veo no le miro a la cara, pero ha acariciado tantas veces los contornos de mi piel que se cree dueño. No responde a mis órdenes. No responde a mis ruegos. Me deja sola e indefensa. Me atrapa y me abrazada cambiado el calor que profesaba por un frío inquietante.

La lava candente ruge en el interior del volcán. Espera el momento oportuno para salir a quemar la superficie terrestre. Deslizándose lenta y blandamente. Podría parecer que son caricias. Que como una lengua roja va lamiendo la áspera superficie terrestre. Cubre de intensidad el triste color oscuro de las rocas. Entonces la tierra cobra vida, late. No existe más vida que el ardiente manto que va expandiéndose. El calor lo envuelve todo y lo desvanece. Sólo el candor de esas caricias rojas. Donde se fusionan la capa inferior de lo interno con la capa superior de lo externo. La excitación de los gases deja el hilo de pasión que aunque se enfríe, deja permanente un paso un poco más alto.

Y después, sólo queda el daño producido. Hermoso por su grandeza. Triste y apagado.

jueves, 14 de febrero de 2013

El bosque (Capítulo I)

Es un bosque de esos salvajes que nos deleita sólo imaginarlo. Uno de esos que se pintan en sueños, que la cinematografía idealiza y la literatura detalla en los pasajes bellos de los libros. Yo había hablado alguna vez de esta gran extensión maravillosa, pero siendo escéptica como soy, no tuve más remedio que no creerlo. Sin embargo, uno de estos días en los que me encontraba perdida decidí poner rumbo hacía el supuesto lugar, simplemente por viajar con un destino. Quizá, en el fondo, lo que me impulsó fue la lejanía y sobre todo, tener una ocupación durante el largo trayecto. Una duda inofensiva, que llena la mente impidiendo que atraquen barcos indeseados.

Después de más de veinte días de viaje, ante mis ojos pude comprobar la existencia de aquel bosque. Al principio, me pareció hermoso, enormemente hermoso. Incapaz de albergar el mal en cualquiera de su forma. Ni siquiera parecía que pudiese haber anímales carnívoros. ¡Que tontería! Me advirtieron también, que el bosque era muy peligroso, que podía quedarme atrapada. Y de nuevo, no creí. Pensé "Yo no, esas cosas sólo les pasa a los descuidados.". Y atrapada o no, lo cierto que es que llevo ya varios años aquí, tan absorta en lo que siento que hasta hoy no se me ocurrió dejar constancia en estas notas.

Lo que más me sorprende de este lugar, es que, en contra de lo que esperaba, no encontré gran variedad de especies. Apenas existía fauna y los árboles todos pertenecían a la misma especie. También me habían informado de esto, pero una vez más mi escepticismo tuvo que tragarse sus palabras. Cuando entré en el bosque, todos los árboles, eran verdes y frondosos. Todos iguales, de la misma especie. De pronto, mi nueva obsesión fue encontrar algo diferente, variedad en esa inmensidad verde. Sin darme cuenta, el camino se fue difuminando y acaba internada en aquel inhóspito lugar. Día y noche dediqué a estudiar aquella extraña vegetación. Y un día me rendí, y me dí cuenta de que llevaba ya varios meses sin comer ni beber y no había perdido ni un gramo, ni tenía hambre, ni tenía sed. Empecé a darme cuenta entonces, que aquello no era un lugar normal, no podía sino ser un espacio mágico. Y dormí hasta que una voz me despertó. Me levanté sobresaltada pero hay no había nadie. Pensé que habría sido un sueño, entonces volví a oír la voz. Al ver de dónde provenía, el pánico palideció mi rostro. Eran los árboles los que armaban esa algarabía. Pensé que había enloquecido, y por un momento me importó, pero pronto me di cuenta de que en ese lugar de poco me servía estar cuerda.

Una vez recuperada de aquel impacto, fui conversando con ellos, y me hicieron ver que había sido una observadora poco hábil. Aunque pertenecían a la misma especie ninguno era igual a otro, unos mas grandes, otros más verdes, unos con más hojas, otros con las ramas en lo alto y otros con las ramas más abajo. ¡Eran iguales y completamente diferentes! Cada vez estaba más segura de que había perdido completamente la cabeza.

lunes, 21 de enero de 2013

Te quiero

Ahora que no me oyes, empezaré por decir que te quiero, te quiero mucho, te amo incluso, o te amé, no lo tengo muy claro. Fui una diosa mientras te besaba y te hice el amor llevándote al cielo donde vivo, incluso dibuje unas alas con mi sonrisa en tu espalda...y sin embargo, sigues sin poder volar. No supe ver que no quieres volar, que como lombriz que has sido siempre no sabes ni quieres ser pájaro.

miércoles, 16 de enero de 2013

Reflexiones

Esta vez la metáfora se quedó dormida, y aunque ronca, sólo parece oírse el arrullo de la realidad. Algunas fantasías te hacen rememorar la realidad con más nitidez que las propias fotografías. Y esa realidad en la que me encuentro es la que me urge retratar hoy, sin adornos ni espejismos. Sin ese humo blanco de escenarios que buscan la impresión del público.

Esta semana, me he dado cuenta de que me siento orgullosa de algunas de las personas de mi vida. No quiere decir que antes fueran infravaloradas, simplemente no pensé en ello o no lo hice de la misma forma. Pero creo que hemos hecho una gran labor conjunta, que hay acertijos que de tan obvios se tornan casi imposibles. Y aún así, estoy rodeada de gente capaz de trazar salidas en laberintos camuflados. Me tornaré prepotente, sólo por no hacer gala de una "falsa modestia" de esas que tanto se estila y después se tornan en envidias y celos. La proeza que me adjudico puede ser incluso falsa, pero aun así me hace sentir el calor del sano orgullo. Y es que, en el fondo, me siento gran colaboradora de la resolución de esos pasatiempos tan aparentemente sin sentido. Apenas hice nada, pero a veces, resaltar lo obvio supone un gran paso.

Nunca había pensado en ello, y ni siquiera le había dado importancia, pero a veces, las pequeñas gotas calamos hondo. En ocasiones, nos chocamos con un poste que tenemos delante por ir mirando a lo lejos. ¡Que bien viene que alguien te advierta a tiempo! En todo caso, hoy quería dar una palmadita al "descubrimiento de lo obvio" y premio para mi misma algunas de mis impertinencias.


No es el único pensamiento que ocupó mi mente esta semana, mas que pensamientos, casi diría descubrimientos. Se diría que por fin hice la parada que tanto me pedía el cuerpo y además lo hice en el mirador del puerto. Y es que, un poco sin querer, y otro poco sin querer evitarlo, he ido cambiando. No es que haya sufrido una metamorfosis Kafkiana, pero ya no pido los mismos juguetes a los reyes. Los autores y cantantes que antes me impresionaban ahora tornan de un color distinto, y descubro nuevos notos haya donde mire. No es que me sienta más especial que el resto de la humanidad, pero sí creo que constituye una parte importante de mi vida. LLevo un tiempo arrastrando la pesada carga de la incompresión. No me estoy declarando "mártir" de la sociedad, no, soy yo la que hago "mártir" a los hechos. La duda de si suponen un antes y un después, la duda de si me beneficia o me perjudica, incluso juicios sobre historias anteriores. Ganas de recuperar y ganas de huir. Voces que arrullan el fin de una etapa. Espejismos en los rincones cotidianos que truncan mi olvido. Quizá lo más cuerdo es pensar que simplemente adelanté el fin de una etapa, mi naturaleza impaciente me traicionó. Quizá simplemente el cambio tenía que llegar y llegó. Si ya no soy la misma, quizá, sólo quizá, es lógico que mi entorno no reaccione como hasta entonces si ellos no cambian conmigo. Yo evoluciono y el resto busca su propia evolución. Y las evoluciones se pierden como las ramas de un árbol frondoso que las hojas impiden el conocimiento de las ramas lejanas. Quizá hasta ahora no me haya dado cuenta que tarde o temprano los caminos se bifurcarían. Quizá, no abandono el quizá, porque todavía queda el rescollo que imagina que no tuvo por qué ser así. Esa lógica melancólica que se aferra al pasado, a lo conocido, temerosa del porvenir. La que revisa lo invertido y rememora los daños. La que mira historias ajenas con nostalgia. Es esa lógica, la que sostiene en firme que no tiene porqué ser así, que no tendría por qué haber sido así, que el problema no es el cambio sino quienes lo realizan.

Y yo, si ignoro al reino de lo posible y lo imposible, me quedo con que al final se reduce a un trámite, adelantado y abrupto, pero irremediable. No sé si dentro de unos años me alegraré de no arrastrar lastres del pasado o si por el contrario, lloraré la pérdida, eso sí, sin arrepentimiento como si de un accidente corriente se tratase. En realidad escribo porque la niebla es demasiado espesa, y aunque se insinúa el salto, no estoy segura o precisamente es una ilusión que repito con la esperanza de que se convierta en realidad. Es mi clavo ardiendo...

lunes, 7 de enero de 2013

El diablo y yo

Era uno de esos días en los que me sentía triunfadora, fuerte e invencible. La carnaza más jugosa para el vil diablo. Ese ente peligroso y maligno que se alimenta de la vanidad. Demasiado feliz para aceptar tratos con el mal y demasiado prepotente para pedir la ayuda divina.

Subió de los infiernos a la tierra para llevarme con él, quería calentarse al fuego de quemar mi espíritu y así empezó todo.

Mi batalla con el señor de las tinieblas data de unos 150 años atrás, cuando por accidente trunqué uno de sus majestuosos planes evitando que un numero de estudiantes se incorporasen a su secta. Desde entonces, me viene persiguiendo y yo me hago la tonta. El quiere mi desdicha, el desea no sólo mi mal sino que pretende corromper mi alma para no tener salvación ni ahora ni en el resto de la eternidad. Cada dos pasos encontraba una trampa, en cada espejo veía su reflejo y de repente huyó.

Ilusa yo pensando que huyó, en realidad estaba preparando la estocada final, la jugada maestra el arma perfecto.
La verdad, no sé exactamente en que momento se me presentó. No sé si siempre fue el o tomó lo que tenía más a mano.
Hizo gala de su gran juego sucio y se disfrazó, me consiguió engañar con su disfraz dulce, inocente y aturdido. Y yo, demasiado confiada, demasiado ilusa fui cayendo en la red de su engaño. Usó la fragancia de los ángeles, que aunque le escamaba la piel cubría su cuerpo de un halo majestuosos y atrapó en su voz la magia de las sirenas.
Por una vez, tuvo la paciencia de los santos, y me esperó sentado, descansando para que todo fuese perfecto y el engaño infalible. Yo creí que me tropecé con el por casualidad, que era yo quien tuvo la iniciativa,que aquello era producto de mi hacer. ¡Cuán engañada me encontraba!

Caí en sus redes, me deje atrapar por la mezcla jugosa del placer y la locura. El éxtasis de las nuevas experiencias y el sabor de la acción. Lo abracé con pasión y olvidé el suelo que pisaba. Y el diablo, embutido en ese cuerpo mortal me devolvió falsas sonrisas ensayadas durante años y siguió esperando oculto, paladeando el azúcar de mis sueños.

Y por fin, cuando mis sueños estaban diluidos en los sudores de su placer empezó a actuar. Tan sutilmente que ni siquiera pensé que estaba cerca. El primer movimiento fue ensombrecer mi conciencia, que poco a poco, fue depositando piedrecitas de culpabilidad en la playa de mi virtud. Y la paya se fue estropeando. Cuando me dí cuenta, quise huir pero todavía no pensé que fuera él y no puse las fuerzas necesarias. El resultado fue que como una mosca en la elaborada tela de una araña me quedé atrapada, con la ficticia seguridad de estar al borde de esa tela. Y cuanto más me movía, mas atrapada me encontraba. Él mientras, sigilosamente seguía tejiendo cuando no miraba. Conseguí sentirme atrapada, cada vez más atrapada pero cuando intento huir no puedo. La tercera vez, planee mi escapada por la noche y le pillé tejiendo, entonces fue cuando se iluminó mi camino. Desde entonces vivo atrapada, cada vez más consciente de que el diablo consiguió engañarme y de que me lleva ventaja en esta partida.

Marcó los goles de la desgana y la tentación y hasta anotó las canastas del sin sentido y anuló mis tantos de la ilusión, la fuerza y el ego. Me ha hecho más pequeña y ha escondido trocitos de mi alma. Ya no sé muy bien quién soy ni qué quiero ni que hago.

Es un plan perfecto, pues aun sabiendo ya que el está detrás de todo no soy capaz de escapar. Me atrae como hechizada a sus manos y no me deja ir. Vivo en un sin vivir, vivo por él y contra él. Sé que es horrible y aún así no puedo separarme. No quiero ir a los infiernos con él y que el se quede conmigo mortalmente es imposible pero no soy capaz de decir basta. Como el drogadicto que sabe que algún día tendrá que dejarlo pero no es capaz. Él se ha convertido en eso, es una droga y una droga muy dura. Soy del diablo porque ha conseguido drogarme.