Camisetas geniales!!!

"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía". (Marcela Lagarde)

sábado, 27 de abril de 2013

¿Qué hago ahora yo contigo?

No sé si te quiero, sé que no te amo y que tampoco te deseo. No quiero entrar en tu órbita ni usar tus gafas para ver el mundo. No me gusta sentir que te quiero, pero tampoco sentir que te puedo hacer daño. No quiero que me pegues nada, pues tu hermosura no es compatible con mi carácter.
Bailas alrededor de los sueños, como ninfa perdida juegas en tu tablero que no es el tuyo.
Revoloteas sin rumbo, alegre en tu inconsciencia cuando sacias tus deseos, con la desdicha a cuesta cuando el mundo no se postra a tus pies. Mal golpe del destino que viró tu rumbo hacia el limbo de los olvidados, donde todo es humo. Humo que me atrapa y me envenena. Tan entretenida en su olor que me cuesta darme cuenta de apenas veo. Te conviertes en estela, fantasma, no existes por ser ente, sino por el halo que desprendes a tu paso. 

Intenté tirar de tu mano para traerte a mi mundo, pero no me di cuenta que era yo la que me elevaba. Tanto subí que rocé tus labios y el embrujo de tu saliva me dejo inconsciente. 

Ahora, de vuelta a mi mundo, sé que no quiero volver, pero noto tu presencia fantasmagórica allá por donde voy. Como nudo que tratas de ignorar te llevo a mi vera esperando mis momentos de debilidad. 

Me matas, me haces perderme, me vuelvo vulnerable y pierdo el rumbo. Cada vez que te busco vuelvo magullada y sin aliento. Consumes mis esperanzas y debilitas mi latidos. No tienes nada bueno que ofrecerme, y yo a ti si. Me lo quitas todo y lo tiras, desprecias mi mundo y me hundes. Aletargada me dejas cada vez que me tocas y si no fuera tu hace mucho que estaría lejos. 

Sin embargo, entre todo lo que tengo, o tenía, que es mucho y lo necesito, falta una sola cosa. Y esa cosa sólo la encontré en ti. Ya no sé si es que no supe verlo en los demás o que fuiste tu quien me enseño a verlo. ¿Cual es el precio que estoy dispuesta a pagar? Me vuelvo loca al comprobar que cuando escucho "tantísimas cosas tan bellas" de su boca provoca que mi corazón tan sólo pueda imaginarnos con las piernas entrelazadas. Sólo en ti encuentro la sal que le falta a mi receta perfecta...Pero me sale cara, muy cara, y es más sano comer sin sal, aunque menos sabroso.

miércoles, 10 de abril de 2013

Otra noche más

Música, luces y empieza el show. Vuelvo a recogerme en el abrigo de lo conocido, tras la máscara del anonimato. El mundo real hay días que me estorba, me vuelve loca y me confunde. No sólo no gira a mi son, sino que además me hace girar al suyo. Aquí soy yo la que giro y la barra la que me soporta. Amante sin pasión se tornó el paso del tiempo, que para soportarnos tuvimos que hacer un trato. Tan simple como absurdo, pues yo tengo que aguantar al día para que la noche me aguante a mí. Ingrata de mi, siempre pienso que salgo perdiendo. Pero yo no tengo culpa de que mi boca le cante a los astros más lejanos. Creo que esta noche me dejaré los tacones puestos, para dejar que se puedan imaginar mis pies.

sábado, 6 de abril de 2013

El show

Cada noche es como la primera vez, mis pies caminan nerviosos y un instante antes de salir, mi corazón da un vuelco y mira hacia atrás. La verdad, que no todo el mundo comprende por que sigo haciendo esto, más bien apenas puedo contar con el apoyo de un par de personas. También es cierto, que a veces tengo la impresión que su apoyo no es sinónimo de entendimiento. Pero, ¿quién soy yo para guiarme por unas normas que no inventé?

Mi actitud lidia con la linea de la moralidad, e incluso, mi comportamiento podría parecer irónico...pero ¿qué es la vida sino una ironía? Vives para morir. Al final, tanto a los buenos como a los malos nos comen los gusanos. Perdona que me desvíe, pienso más de lo que hablo, por eso a veces me distraigo de lo que estoy contando. Sé que no entenderás que cuando me subo al escenario, los de abajo no sois personas, para mí tan sólo estáis a mis pies, viendo lo que yo os quiero mostrar. Incluso, un gran porcentaje de vosotros lo estará viendo doblemente. Gritáis y sabéis que llegará lo que deseáis. Me convertís en el objeto de vuestro deseo mientras yo acompaño la música con el ruido de las cremalleras al bajar. Vosotros no lo oís, pero yo me detengo en el sonido de los botones que desabrocho y la ropa que va cayendo. Alguna vez, pícaramente, os lancé alguna prenda. Entonces, pensáis que esa noche estoy especialmente generosa, pero en realidad, tanto sólo quiero despistaros. Y cuando ya no queda sobre mí más que mi piel, la barra se convierte en mi esclava, o al revés, depende de cuantos chupitos me tomé antes de subir. Los curas me niegan el cielo porque dicen que me vendo, no se dan cuenta de lo equivocados que están. Venderse es rendirse a la voluntad de otro por dinero, o por cualquier otro bien material. En mi caso es al revés, yo elijo cuando me desnudo, yo elijo como, elijo los pasos que doy, elijo hasta mi color de pelo en cada show y hasta si me excitaré imaginando que el más apuesto de los presentes sube y le envuelvo en la cortina de humo que tengo formada o si, por el contrario, miraré a todos con desprecio desde mi posición superior.

Sin embargo, amigos, no os confundáis, ser striper no es sinónimo de no tener vergüenza ni siquiera de ser poco pudorosa. La intimidad es algo bien distinto que un escenario dónde las luces, el ambiente, la posición y los litros de alcohol acomodan la realidad a los sueños de todos, pero jamás muestra los lunares de mi cuerpo, ni la tensión en mis músculos, ni siquiera es real la expresión de mi cara. En la intimidad, no hay efectos especiales, desnudarse supone mucho más. No bailo, ni la barra es mi cómplice, y en el show no sólo mando yo. En la intimidad, yo veo la cara del otro, me enfrento a su juicio y al mío propio. Esa clase de desnudo no es comparable, y por tanto, es mucho más valioso. Sé que resulta difícil comprender como una striper puede tener problemas al desnudarse, pero a mí, lo que me resulta increíble que alguien se sienta con el derecho de exigir verte en tu verdad, en tu realidad. Si tanto deseas verme hasta el alma, aprovecha mis shows y juega con tu imaginación, pero mi desnudez real no se vende, ni por una casa, ni por un matrimonio ni por un beso. Si tu te desnudarías delante mía por estar en privado, allá tu con tú, pero yo no te voy a pagar por ello y mucho menos con algo que no vendo.

Por último, para rellenar este escenario, diré que es mucho más difícil desnudar el alma que el cuerpo. Que tomo a las letras como esclavas pero mis sentir lo guardo para las verdaderas intimidades.

El show ha terminado.